• Carolina Bravo, ex guía de Kinesiología
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El único pero de realizar actividad física es el riesgo que tenemos de sufrir una lesión. Sometemos a nuestros músculos y articulaciones a cargas constantes que sin un manejo adecuado pueden terminar con alguna lesión.

Foto: EFE

En deportes como el Fútbol Americano, quienes lo practican están más expuestos a lesionarse.

Entre las causas más frecuentes están la sobrecarga, técnicas deportivas defectuosas, elongación deficiente y ausencia de calentamiento inicial. Existen medidas que pueden prevenir una lesión, pero no siempre depende de nosotros. Hay casos donde el factor suerte juega un rol protagónico.

Una caída o un golpe no lo podemos prevenir, pero si nuestro cuerpo está entrenado la gravedad de la lesión puede atenuarse. No es lo mismo una caída en una persona que tiene músculos débiles, poco entrenados; a una caída en un sujeto fuerte y entrenado. En este caso la gravedad de la lesión disminuye y la recuperación es más rápida.

Hay factores individuales que pueden predisponer a una lesión. Por esto hay gente que siempre se lesiona y otros que entrenando bajo las mismas condiciones jamás se lesionarán. De entre estos factores la hiperlaxitud y una postura deficiente son frecuentes.

Las personas hiperlaxas se caracterizan por tener músculos menos desarrollados, aún cuando entrenen les cuesta más desarrollar musculatura. Tener mala postura sobrecarga a los tejidos y los hace más susceptibles de lesionarse. El manejo y la recuperación de una lesión dependerán del tejido lesionado.

Todos los tejidos del cuerpo pueden lesionarse. Una lesión del tejido muscular típica es el desgarro y una ligamentosa es el esguince. Si bien cada una tiene características específicas las medidas iniciales son las mismas.

Lo primero que hay que hacer frente a una lesión es el manejo RICE. Sigla en inglés para reposo, hielo, compresión y elevación. Siempre existe inflamación en una lesión reciente y estas medidas además de disminuir la inflamación, contribuyen a reducir el edema (“hinchazón” que produce aumento de tamaño).

El hielo hay que aplicarlo 4 e incluso más veces al día por 15 minutos. No más tiempo porque no se logra el efecto deseado. El icepack es muy útil y fácil de aplicar. Siempre recomiendo tener estas bolsas de gel azul en el refrigerador (se compran en cualquier farmacia). Dicen que ponerse hojas de repollo también sirve y por último, pero no menos efectivo, es poner hielo en una bolsa plástica. El hielo debe aplicarse por lo menos las primeras 48 horas. Pasado este tiempo se pueden intercalar aplicaciones de frío y calor, pero eso va a depender de la lesión.

Foto: EFE

Aplicar hielo en una lesión ayuda a disminuir el edema y desinflamar.

La compresión sirve para contener el edema, es decir, para que no se “hinche” tanto la articulación. Las vendas típicas sirven para este fin.

El reposo y la elevación de la extremidad afectada tienen el mismo objetivo. La elevación dependerá de la gravedad. Hay lesiones menos graves, como un desgarro pequeño por ejemplo, en que no es necesario estar con la extremidad elevada. Pero existen lesiones más serias como un esquince grande de rodilla o tobillo en donde la articulación se “hincha” tanto en que es necesario elevar la extremidad varias veces al día. La elevación favorece el drenaje y alivia mucho los síntomas.

El manejo RICE es lo que primero que debemos hacer cuando nos lesionamos, pero también hay que consultar con un especialista. Así conocemos qué tejido ha sufrido la lesión y cuáles serán los pasos a seguir.

El calor no es una buena medida inicial. Yo sólo uso calor al inicio de una lesión cuando se trata de una contractura muscular, pero no siempre es fácil tener la certeza absoluta. De hecho mucha gente piensa que sólo tiene una contractura y a veces lo que tienen es un desgarro. Por esto ante la duda siempre apliquen hielo y siempre tengan un icepack preparado para ser usado.