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Bielsa se fue, pero la polémica por su renuncia continúa

El polémico entrenador finalmente renunció, pese a que la dolida hinchada le pasa la cuenta a la facción legítimamente ganadora de las elecciones de la ANFP.

Tal como se delineó en esta columna, en octubre pasado, finalmente Marcelo Bielsa nos dejó tirados con el café, símil a coqueta y veleidosa dama a quien si no se la complace en todo lo que pide simplemente se va, dejándonos con las ganas de continuar disfrutando de la belleza y agresividad de su propuesta futbolística.

Renuncia Marcelo Bielsa

Foto: El Mercurio

El día 4 de febrero, Marcelo Bielsa renuncia a su cargo como director técnico de la Selección Chilena de Fútbol, argumentando sus diferencias con la nueva dirigencia de la ANFP.

Esta historia -mientras pasamos al siguiente proyecto con un nuevo entrenador- continuará develándose por segmentos desde sus actores y para felicidad de los medios, nunca terminará de ser completamente reconstruida, pues entender su final será parecido a haber seguido las seis temporadas de Lost., habrá que ir hacia el pasado, volver al presente y partir disparados hacia el futuro para intentar entender esta compleja trama producto de la información incompleta proporcionada por sus actores.

Pocas cosas concretas hay dentro de la maraña de especulaciones que, a paladas, alimenta la prensa deportiva. Increíblemente, pocas horas después de que Marcelo Bielsa comunicara su decisión final –como si no la tuviera bien decidida desde mucho tiempo antes- aún se especulaba con la posibilidad que se quedara a cumplir su contrato. La ilusión de un país muy poco desarrollado emocionalmente.

Después de comunicada su renuncia rápidamente recibe a un conocido notario futbolero –Juan Facuse Heresi, otrora reportero radial de camarín- y a un camión para que cargasen sus efectos personales debidamente inventariados y cuidadosamente embalados rumbo a su patria rosarina, luego guarda su acta en el maletín y parte a dormir en las cercanías del aeropuerto obsequiando su auto al cercano y afortunado colaborador. Este acto final, ¿es o no algo fríamente planeado?, ¿de esto también son responsables los dirigentes?

Estaba bastante claro Bielsa con su partida, el tema era decidir cuándo ocurriría o mejor dicho, cuál sería el pretexto a emplear para la justificación final de su adiós.

Acá en Chile a Marcelo Bielsa -un San Martín moderno al que le fue muy bien- aumentó su currículum futbolero y engrandeció su mito, merecidamente, pues es un entrenador que asombra con su estudio –algo que siempre se le reconoció-, rigor, frialdad y disciplina en su relación con su plantel de jugadores y la mantención de su propuesta futbolística a capa y espada.

Bielsa no solamente es ofensivo, al lanzar a sus bravos desde mediocampo con el balón avanzando por las bandas con la cancha ofreciéndose a lo ancho y los jugadores llegando a los espacios jugando a dos toques.

Bielsa es defensivo cuando pone a un defensor más que el ataque rival, cuando sin el balón pone el embudo y hace retroceder marcando a todos sus volantes y sus delanteros presionan sobre el balón para que el rival finalmente lo divida o cuando busca recuperar el balón lo más lejos posible de su área.

Partido Chile vs Uruguay

Foto: La Segunda

Gracias Marcelo Bielsa por sacarnos de la timidez y enseñarnos ser agresivos para ganar.

Marcelo Bielsa –así como el general San Martín le dio la independencia a nuestro país trayendo su ejército a Chile- nos dio la libertad para salir sin timidez a la cancha a pelotearle el arco al rival dejando atrás para siempre la idea de la defensa territorial amontonando futbolistas y futuros virulentos comentaristas delante del área.

Ahora nos defenderemos con la posesión del balón en campo rival y la opinión pública no aceptará que retrocedamos en el tiempo o al menos lo deberá denunciar oportunamente. No aceptará que los centrales de la selección envíen balonazos a las gloriosas duplas de antaño para que intenten controlar balones de espaldas al arco para girar y armar una jugada genial que permita llegar al gol.

La libertad futbolera obtenida y concedida por Marcelo Bielsa permitirá que aparezca el hambre de gloria que alimenta el fuego sagrado del jugador de verdad para salir con el máximo de gloria de la cancha, con el triunfo, y especialmente de visitante o en partidos de eliminación. Dejando en el olvido aquel patético consuelo del intercambio de camiseta para la colección de casa.

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