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¿Dónde están los fondos que tenía la U para construir su estadio?

La U tenía un fondo en dólares destinado para la construcción del estadio. Ahora que se puede construir el recinto azul en La Pintana, escasean los recursos.

Hace menos de dos años la dirigencia azul de entonces anunciaba y reiteraba con gran pompa que el estadio de la U muy pronto sería una novedad. Es más, este año que termina probablemente debería haberse inaugurado el fortín eterno de la U.

Como uno tiene sus años y ya ha escuchado varias veces enormes anuncios y promesas -peores que las de amor- más el estadio no llega, es mejor prudentemente esperar por los resultados, es decir, por las obras construidas con su correspondiente certificado de recepción municipal de la Dirección de Obras del municipio respectivo.

La interminable teleserie del estadio de la U, que ya lleva décadas de anuncios, maquetas e incombustibles frustraciones, llega a una nueva estación: la del financiamiento del estadio de la U.

En ese tiempo, según informaciones de común dominio, la concesionaria de la pasión azul llegó a mantener un fondo con destino de construcción del estadio de alrededor de diez millones de dólares, reunido luego de las ventas del increíble equipo que nos regaló un gran fútbol, tres títulos nacionales y la Copa Sudamericana.

Finalmente, luego de dos años, la U ha logrado sortear con éxito la aprobación de un anteproyecto de arquitectura en la Municipalidad de La Pintana, pero ahora enfrenta un problema que aparecía solucionado con anterioridad gracias al millonario fondo, producto del enorme sacrificio de la hinchada de la U, despojada de sus más queridas joyas.

El fondo para la construcción del estadio, con un aforo proyectado en algo más de treinta mil personas, se ha reducido considerablemente y habrá que trepar al menos cuarenta millones de dólares para tener en pie y colmado de la pasión azul al anhelado estadio de la U.

Estadio de la U

¿Qué pasó con el fondo de la U?

Se invirtió en los contratos –y sus gastos- de los cuerpos técnicos de Darío Franco y Marco Antonio Figueroa. Dinero absolutamente mal gastado.

También en la contratación de un goleador como Isaac Díaz; en César Cortés, un volante tan rápido como intrascendente; en la llegada de Ezequiel “mono” Videla, uno que comenzó a rendir de regreso en Argentina, en Colón de Santa Fe y ahora campeón y titular en Racing de Avellaneda.

Otras cifras más importantes fueron para comprar significativas partes del pase de jugadores como Ramón Fernández, a quién aún se sigue esperando a que juegue vertical y colectivamente o los increíbles casos de Morante y Civelli, incorporados expresamente a petición de Jorge Sampaoli.

Otros menos conocidos como el argentino Sergio Velásquez o Rodrigo Ureña, también conocieron el CDA, pero para que seguir recordando tan malas contrataciones.

Por esa rendija de incorporaciones salió el fondo que la empresa concesionaria de la U tenía asegurado para la construcción del “estadio de la U”.

Las alternativas

Ahora que finalmente se ha superado el problema de la disponibilidad del terreno y la autorización de la comunidad que rodeará el sueño de la U, hay que hacerse cargo del desafío de reunir algo menos de veinticinco mil millones de pesos.

Alternativas hay: venta de jugadores a buenos precios o también en liquidación, incluyendo aquellos que están permanentemente a préstamo; del pago por naming y de los auspicios publicitarios del estadio, de la venta de los hipotéticos palcos; de la mercadería con la imagen de marca de la U, desde camisetas de todos los colores hasta el más modesto llavero o mug que acompañe y tempere el cuerpo del aficionado; también de las concesiones de los estacionamientos y de los patios de comidas bajo las tribunas o el arriendo a futuro del recinto para recitales en La Pintana.

Solo queda vender el alma o licitar algunos riñones, todo se vende, se transa, se comercializará para concretar el viejo sueño: sentarse en las aposentadurías de un “estadio de la U”.

Todos los recursos económicos anteriores saldrán del mismo lugar: del bolsillo del apasionado hincha de la U, ese que no mide el gasto de ir a alentar al bulla, al león o al chuncho.

No parece nada fácil, también se requerirá que la concesionaria hipoteque o consiga dinero fresco para pagar jornales, tratos, facturas de proveedores y utilidades de empresas constructoras por medio de la prenda del CDA azul.

Y todo lo que el ingenio de los administradores admita para llegar a esa meta de a lo menos cuarenta millones de dólares, al menos, pues en materia de construcción de estadios los presupuestos finales tienden a superar largamente las estimaciones iniciales.

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