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El día del fatídico error táctico de Pellegrini (como jugador)

El ex zaguero azul y ahora famoso entrenador de nivel mundial tuvo su tarde negra nada menos que frente al cacique y en el Nacional.

De vez en cuando vuelven a la mente recuerdos ochenteros o incluso anteriores sobre la U, el artículo de hoy trata sobre esa U de los ochenta que fue muy bien dirigida por don Fernando Riera en los comienzos de esa década y desde 1978, tiempos que no estuvo exenta de zozobras al no cumplir con las expectativas de la multitudinaria hinchada que copaba el recodo sur del Nacional y parte de las tribunas Pacífico y Andes hacia el sur.

Tiempos de programaciones dobles, triples y hasta cuádruples por la ausencia de estadios en Santiago, pues se jugaba y mucho además en Santa Laura, también en la cancha de Aviación bien adentro en la Gran Avenida y más hacia el sur en el estadio Vulco en San Bernardo donde hacía de local “los comandos” de Magallanes y pare de contar.

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Tiempos donde la necesidad de compartir los gastos operativos provocaba que la U fuera preliminarista de Colo Colo, así que después del partido del chuncho la gente se quedaba un rato a ver el primer tiempo del cacique y si estaba aburrido el match de fondo había entretención en la galería arrojándose –sin mayores altercados- restos de fruta o pequeños residuos entre los asistentes. Caldo de cultivo para la violencia en los estadios, la tolerancia o vista gorda para el mal comportamiento.

Entonces la U mantenía una zaga muy alta que nos hacía creer en su inexpugnabilidad, craso error. A comienzos del ’83 llegó a la U el entrenador de moda de esos tiempos: don Luis Santibáñez, un entrenador muy táctico y defensivo, pues así como algunos creen que para atacar mejor hay que sumar y sumar delanteros, don Lucho creía que la victoria llegaba luego que el rival se cansara de chocar contra un bien diseñado dispositivo defensivo.

Así llegó la U a jugar contra el cacique un clásico donde imperaría el juego de control y las férreas marcas, especialmente sobre el goleador albo ya varios años retornado desde el fútbol de la madre patria, Carlitos Caszelly. El encargado de impedir que recibiese con libertad y que jugara cómodo era nada menos que el hoy famosísimo Manuel Pellegrini.

En el medio se dudaba de la capacidad del “Pelle” de impedir el pique corto goleador del “chino”, también de las condiciones técnicas para jugar bien al fútbol, un aderezo bastardo sobre el entonces rubio defensor  que tiene mucho de su origen en la procedencia social del zaguero azul. El pecado capital de provenir de un hogar acomodado y sin privaciones, carencias muy conocidas por los jugadores de antaño.

Misión: Seguir a Caszely

Al espigado Manuel, don Lucho le encomendó seguir a Caszely por todas partes y no concederle respiro alguno. La viveza del “chino”, quién no destacaba precisamente por su apego al trabajo y rendimiento físico, lo llevó a idear un paseo del zaguero hacia campo y cercanías del área contraria, con un éxito notable, pues el espacio dejado por el ingenuo zaguero fue complementado por los extremos del cacique manteniéndose abiertos.

En una muy rápida contra alba, especialidad futbolística ancestral de Colo Colo, condujo el balón Jaime “el pillo” Vera por unos cincuenta metros hasta llegar a batir el arco sur de Ñuñoa, abriendo el partido y la posterior goleada alba. La importancia de  leer bien el partido y los espacios que deja el rival para atacar con éxito.

El cacique ganó un clásico más sobre la U y la impericia del defensor junto con la viveza del goleador durante mucho tiempo ha sido motivo de burlas, sobre el buen zaguero que fue Pellegrini, quién pulió sus ripios y se despidió jugando por la selección empatando contra Brasil! en Curitiba.

La pelea larga la ganó Manuel, la corta como jugador fue atenuada por su llegada a la selección. ¿Cuál de aquellos jugadores albos puede pararse de igual a igual hoy a conversar con el  exitoso técnico? Apenas alcanza para un cordial saludo entre viejos guerreros.

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