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El fútbol es sin llorar: Un mensaje a los que siembran dudas y no soportan ser segundos

Un poco futbolero giro está dando la opinión deportiva chilena. Como sea y a pesar de errores y horrores arbitrales los partidos se deciden en la cancha.

He seguido con atención e interés este torneo, más que la tristísima performance del “relojito” Romero y de los también desabridos pasos de Figueroa y Franco, por eso advierto con sorpresa este inusitado giro del escenario para los últimas fechas.

Hace tiempo que desde esta columna vengo marcando el condicionamiento de Osses en contra de la U, los años del débil arbitraje de Osorio, las fatalidades de Gamboa y sumamos y seguimos.

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También la opinión futbolera -chilena y anti U- después de sufrir el 2011 con un equipo como el azul, al que no había modo de ganarle: se inventó que éramos los beneficiarios de los descriterios arbitrales. Luego, el público aficionado, ante la ausencia de argumento futbolístico de sus débiles equipos de entonces –y de algunos de ahora también- compra el discurso y lo repite sin conciencia ni sentido hasta que se transforma en una verdad simulada, como las caídas en el área de cada partido.

Esto viene desde hace muchos años. Me vienen a la memoria algunos casos que ayudan a retratar cómo se le ha arbitrado de mal muchas veces a la U.

A la U le robaron un título en la meta: en 1980 contra el mejor Cobreloa de la historia, dos veces finalista de la Libertadores. Fuimos a jugar a Coronel en la penúltima fecha y en los minutos finales el luchador delantero de Lota Schwager, Patricio Bonhome cayó entre Quintano y Pellegrini, penal en los minutos finales, empate del local, la U deja la punta y pasa a ser escolta de los loínos que se coronarían en la fecha siguiente.

Pocos años después los albos nos ganaron un clásico con una “palomita” con la mano de Hisis hacia el primer palo de Carballo, que Lucho Rodríguez con gran ingenuidad no controla con el pie sino que con ambas manos para apurar el tiro libre a favor de la U y que Víctor Ojeda no cobró. Sí pitó su penal y nuevo triunfo de los albos. Así, como ahora, es fácil ganar y seguir contando estrellitas.

En 1984 la U hizo un esfuerzo económico importante y se trajo a un delantero que alternaba en el mejor Ferrocarril Oeste de la historia, ese de Carlos Timoteo Griguol, campeón trasandino de 1982 y del mismo 1984. Claudio Crocco, delgado pero dotado de una habilidad y velocidad notables para el medio chileno de entonces, “palito” era incontenible por la derecha de la U.

Lograron detener sus desbordes del mejor estilo de los del Edu Vargas en la U de hace poco, pero de la misma forma como detuvieron a Pelé en el Mundial de Inglaterra ’66. A patadas todos los partidos con Crocco y todos los equipos, ¿los árbitros? Bien gracias, cobrando el viático y subiéndose al taxi rumbo a casa, horror de horrores.

La lista es larga y necesitaría de varios artículos para hacer una mediana y digna revisión de este tema, el de los pusilánimes errores arbitrales en contra de la U.

Pero la propuesta e invitación a la reflexión es otra.

¿Por qué ahora se lanza este tema? A cuatro fechas del final, ¿es que no pueden soportar la posibilidad de ser segundos, o terceros, de la U aun y eventualmente ganando todos sus partidos, aguantando los pelotazos y el miedo en su área cómo el pasado domingo en el mineral?.

De lo que se trata es: intentar lograr lo que no se puede en la cancha por medio del condicionamiento del árbitro designado de turno, a quien le pese la conciencia desde que cobra un lateral o cualquier jugada que termine en gol azul para salir diciendo que hubo perjuicio.

El arbitraje chileno no está en buen pie y se nota, no se siente la autoridad en la cancha. Arica en el Nacional durante el primer tiempo le pegó a Canales fuera de toda norma a vista de los espectadores y la audiencia que ve y entiende algo de fútbol, luego los comentarios de CDF se olvidaron de la violencia nortina y comentaron brevemente el triunfo de la U, los resúmenes también omitieron el festival de patadas nortinas y el árbitro pasó inadvertido sin amonestar.

Esto del mal arbitraje y los perjuicios viene desde  hace mucho y no va a cambiar significativamente tampoco.

El fútbol es viejo: un equipo gana el torneo y este deporte profesional es sin llorar.

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