• Eduardo Retamal, ex Guía de Universidad de Chile
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Es muy cierto que la U tiene en Gonzalo Jara un defensa de nivel internacional, también lo es que el zaguero va con todo al frente y pone el pecho a las balas, críticas y todo lo que le tiren, fiel a su estilo y la camiseta que defiende.

Curiosamente el jueves frente a Argentina en el pleito que se jugará en el Monumental de River TODOS! estaremos de parte de Jara cuando enfrente a la potentísima escuadra trasandina.  Eso es indiscutible, mientras tanto en Chile, más precisamente en el torneo local, anónimos y muy discretos árbitros se dan gustos celestiales con el caudillo azul: al primer roce -y el fútbol es precisamente un juego de roce- amarilla, después viene el fastidio del jugador quien reclama con rudeza y si hay algo más y sirve, como anoche para igualar en número los equipos, se nos va expulsado otra vez Jarita.

A los errores de los comienzos en su actual paso por la U ha puesto notoria mejoría y está sumando una dosis importante de agresividad para salir rápido desde el fondo, transformándose en volante que ataca las líneas rivales y pone a la U en fase ofensiva. Algo muy distinto al vicio colectivo del fútbol nacional: jugar hacia atrás buscando mejores opciones de control y posesión del balón.

Jara no tiene quien lo defienda, salvo el técnico Hoyos, quien lo ha puesto en comparaciones galácticas.

Lo de Andaur ayer fue penoso, tapando con tarjetas a destiempo y luego de recibir presiones con la detención del juego por parte de los propios jugadores, no llevó nunca el control del partido y cometió errores que tuvieron incidencia en el resultado final, como el entrevero sin sanción entre Churin y Reyes previo a la jugada del gol del triunfo azul. En este caso el error de Andaur y de sus colaboradores -hasta que las repeticiones digan lo contrario- benefició a la U. Alguna vez que le toque a los azules.

La segunda amarilla a Jara es una jugada común donde el poner el brazo sobre el hombro rival, permite ganar la posición, algo que no se cobra en la mayoría de los casos, excepto si se trata de Gonzalo Jara y de acallar las pullas que vienen desde la tribuna. Un arbitraje timorato y de baja calidad donde, para comenzar, no hay control y conducción plena de las acciones. En ello Andaur es solo un ejemplo.