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Fernando Riera, un maestro que inspiró a la U

Después de años de enfermedad y de un olvido acrecentado por su mal, partió uno de los más importantes entrenadores que tuvo la U en un significativo período para sus hinchas que -más allá de los escasos logros alcanzados- resultó ser un laboratorio de técnicos de prestigio para el fútbol [...]

“El resultado siempre será importante pero también lo es la forma en que se consigue”, Fernando Riera.

Fernando Riera

Foto: El Mercurio

La imagen de Fernando Riera llevado en andas para celebrar el tercer lugar de Chile en el Mundial de 1962 es parte de las postales imborrables del fútbol chileno.

Se recuerda -y con toda justicia- lo que significó don Fernando Riera para el fútbol chileno: un señor entrenador de extensa y prestigiosa carrera internacional como técnico, gozando de una fama de ganador alentada por el incomparable logro del tercer lugar obtenido como anfitrión en el Mundial de Chile ’62. Saboreó las mieles del triunfo, padeció los males de la profesión de técnico y tuvo el privilegio de celebrar campeonatos en diferentes países.

Luego de terminar diecisiete años de carrera como jugador en el FC Rouen, club de una pequeña ciudad del norte francés, inició rápidamente su exitosa carrera como técnico a mediados de los años cincuenta en Os Belenenses, el tercer equipo de Lisboa identificado con el barrio de Belen. Luego de dirigir históricamente a la selección chilena desde 1957 a 1962, transitó por importantes equipos de América y Europa.

Pese a las dudas que hoy en día existen sobre las capacidades de los directivos azules de fines de los años ’70, el presidente Molina y su Directorio lograron dar un golpe de timón y retornar a Chile a Riera -quien dirigió a Palestino en 1977- para entregarle el plantel del chuncho al prestigiado y exitoso técnico, quien antes condujo importantes equipos como Benfica, Oporto y Sporting los principales equipos de Portugal; Espanyol y Deportivo La Coruña en España; Monterrey en México; Nacional en Uruguay y, además,  estar a cargo de la pasión xeneise conduciendo a Boca Juniors en Argentina.

Inobjetablemente entonces una gran contratación, esfuerzo que debería verse compensado con el ansiado retorno al título después de una sequía de ocho temporadas posteriores al mítico Ballet Azul.

Universidad de Chile había agotado el ciclo de Luis Ibarra en la banca azul después de un par de años de protagonismo recuperado. A su arribo en el año 1978 le antecedieron: Nelson Oyarzún, a quien se facturó una racha de cuatro partidos sin triunfos al inicio del torneo oficial y el déficit defensivo de su planteo táctico; y uno de los interinatos de don Ulises Ramos, quien  mejoró el rendimiento de la defensa sacrificando el volumen ofensivo. Ese año, de irregular rendimiento, la labor de Riera en 21 partidos terminó con un decoroso séptimo lugar.

Su ordenamiento táctico clásico: defensa en línea de cuatro -marcación en zona, algo importante aún en los tiempos actuales, pero en zona con balón-, dos volantes creativos, el clásico ocho por derecha y a la izquierda con más libertad el enganche –con la función de atacar en posesión del balón-, un volante central o de contención, dos punteros bien punteros por las bandas y un centrodelantero responsable por el finiquito.

Este esquema obviamente admitía modificaciones, como incorporar durante el juego un cuarto volante externo estando en ventaja en el marcador para cerrar y asegurar los partidos, pero nunca amontonar gente atrás para obtener resultados.

Fernando Riera

Foto: El Mercurio

Riera junto al ídolo portugués Eusebio, a quien dirigió en su paso por el Viejo Continente.

El año 1979 comenzó muy bien, consolidando el plantel donde destacaban los nombres de los referentes e internacionales azules de entonces: Quintano, Socías, Aránguiz y Carballo; el grupo fuerte del equipo: Salah, Pellegrini, Ashwell, Mosquera, Bigorra, Soto, Montenegro y Hoffens; los noveles: Puyol y Castec; el debutante Mondaca; más la contratación goleadora: Ramos.

Título con la U

Llegó pronto el único título de su paso por la U en el torneo de apertura “Polla Gol” de 1979, derrotando al archirrival 2-1 en un glorioso domingo de abril con una fiesta en la galería sur del Nacional. Sin embargo, ese año no logró plasmar las promesas del comienzo de año rematando cuarto. Disputó la liguilla por el segundo cupo a la Copa Libertadores, cayendo en el partido de definición frente a un copero equipo de O’Higgins quien definió la serie a su favor a once minutos del final con un bombazo de Quiroz empalmado de primera luego del un despeje algo corto de Mosquera.

Luego llegó el famoso o fatídico año 1980 donde la U realizó una gran campaña punteando buena parte del torneo amagado por el mejor Cobreloa a todos los tiempos. Cedió los puntos clave en una visita a Coronel frente a Lota Schwager con un olvidado penal que fue muy resistido por la defensa azul y que significó a la postre inclinarse ante el gran Cobreloa de Vicente Cantatore en su primer título nacional.

Tuvo un gran consuelo la U al ganar la liguilla por el segundo cupo a la Libertadores de 1981 en una dramática definición frente a los albos, que incluye el retiro de la cancha sin camilla para el simulante Carlitos Rivas por Arturo Salah, el empate parcial que salvó Hugo Carballo al atajar un penal a Carlitos Rivas en el arco norte del Nacional y el posterior gol del triunfo de Salah en los minutos siguientes ya muy cerca del final. Para el hincha azul esa victoria clasificando a la Libertadores y de paso eliminando al indio casi vale por una honorífica estrella.

En la Libertadores, pese a los estrechos partidos frente a Cobreloa -que llegó con grandes merecimientos a la final de esa Copa – y a un triunfo en Lima fue eliminada en la fase de grupos. Ese año, aunque don Fernando no estuvo a cargo del equipo en las primeras once fechas, sí mantuvo su protagonismo en el torneo, pero alejado de la lucha excluyente por el título, arribó en el tercer lugar.

Con eso, accedió a la Liguilla Pre-Libertadores nuevamente, donde perdió el partido clave frente al mismo Cobreloa (1-2), equipo que, como se sabe, llegó a la final de la Copa Libertadores de ese año.

El año 1982 fue el último año de ese ciclo de Riera en la U, se alejó de la lucha por el título llegando cuarta y clasificando nuevamente para la Liguilla por el segundo cupo a la Libertadores, ocasión en que cedió esa opción derrotada en el clásico por los albos: quienes jugaron junto a Cobreloa y los argentinos Ferrocarril Oeste y Estudiantes de la Plata en un recordado y muy estrecho grupo, definido por un punto a favor de los pinchas, quienes cayeron frente al campeón –Gremio- en semifinales. Memorables tiempos de fútbol y buenos equipos.

Fernando Riera

Foto: El Mercurio

Riera celebra con otro ídolo azul, Leonel Sánchez, el tercer lugar del Mundial de 1962.

Luego de otro buen paso por Everton don Fernando volvió a dirigir al chuncho las últimas 27 fechas en 1986 -rematando en octavo lugar- y las primeras ocho de 1987 sin demasiado éxito.

No obstante el tono de la última tarea ejecutada en la U, su buen trabajo es aún recordado. Pese a no alcanzar los logros esperados, su impronta como entrenador trazó un profundo surco entre sus dirigidos, terreno fértil para que llegaran a destacar varios directores técnicos, entre ellos: Manuel Pellegrini –el más famoso pero de desafortunado debut, descenso y despedida en la banca azul-, Arturo Salah, y Jorge Socías –responsables del retorno de la U a los títulos nacionales y que ostentan títulos como técnicos, el primero además Seleccionador Nacional adulto.

También está el caso de Wladimir Bigorra –Seleccionador Nacional sub-17, recientemente en el futbol profesional Orlando Mondaca en un tono menor y varios más que han desempeñado labores como entrenadores en divisiones inferiores o como entrenador ayudante.

Ha partido don Fernando Riera Bauzá, hombre del palo cruzado, de severo y arisco carácter, que se encariñó con nuestros colores y el entusiasmo que se vive desde las tribunas. Pasó por la U como por tantos equipos y ligas ya citadas, dejando un recuerdo imperecedero y una semilla que germinó casi por azar, fundando una escuela retratada por los entrenadores que siguieron sus pasos, siguiendo postulados y principios hasta el día de hoy, hecho que no se repitió a este nivel en otros equipos.

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