• Eduardo Retamal, ex Guía de Universidad de Chile
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En sábado santo, con la hinchada azul apostada frente a las pantallas viendo la transmisión del CDF y extrañando su aliento en las gradas, la U no pudo superar –en el marcador y futbolísticamente- al correcto planteamiento de Gustavo Benítez en un desolado Estadio Nacional. El cero se impuso pese a que en las escasas ocasiones de gol del partido, el tricolor estuvo más cerca y el punto obtenido es mérito exclusivo de Johnny Herrera.

La previa hacía presagiar un partido cerrado: el Palestino de Benítez que nos tiene tomado el pulso hace rato, opone orden y físico ganador en los balones divididos en la zaga, buen trato de balón en el mediocampo, sin presiones genera un fútbol simple y efectivo frente a la U, con claras llegadas de Fernández y Canales –el primero tuvo un mano a mano al final y la posibilidad de ceder al gol de Cortés- tuvieron la chance de disfrutar de otro triunfo sobre la U al final del encuentro.

Foto: Luciano Riquelme, El Mercurio

El silencio del Nacional pareció afectar a la U.

La U -sin el efecto-espectáculo del público en las gradas- estuvo muy lejos de ganar a Palestino, lo que ofreció el equipo de Sampaoli en la cancha dista sideralmente de constituir una propuesta futbolística de vértigo y agresividad sobre la posesión del balón del rival, y del tipo Bielsista como se pregona hasta la saciedad intentando convencernos de la ficción de que Sampaoli es un tipo de técnico similar a Bielsa. Sampaoli es simplemente un entrenador de fútbol y lo que ofreció el sábado en el Estadio Nacional fue definitivamente pobre.

Los puntos altos de la U fueron escasos: ya se dijo que Herrera salvó a la U de la derrota y con sus atajadas permitió que dos referentes de la U declararan con toda tranquilidad a la salida de los camarines –como si se hubiese jugado un partido en la liga con los amigos- cosas del tipo: “mientras hayan posibilidades seguiremos luchando”, habría que verlo en la cancha.

El partido de la U fue feo e insípido, trasladó el balón de forma anunciada desde el fondo, con la gran excepción de las dos sorpresas que aportó Juan Abarca, una en cada tiempo con forma de groseros errores habilitando a rivales en la salida, debiendo primero “faulear” a un jugador que casi le dobla la edad –Rivero, 40- y luego habilitando al gol un Junior Fernández no le permite pasar piola y confundirse dentro del discreto nivel del conjunto.

El tibio Marino –alejado de su mejor futbol de dos toques y apariciones sorpresivas con el balón hacia el área- estuvo cerca de anotar en la ocasión más clara que Felipe Núñez, en gran atajada, impidió. Marino volvió a abusar del traslado lento del balón al encontrarse sin pie para hilvanar jugadas de riesgo.

El debut de Nicolás Maturana: un volante ofensivo de características similares a las de Emilio Hernández, de menor estatura y físico esmirriado, de gran explosión, canyengue y con una tendencia a jugar solo en su vertiginoso ritmo, digámoslo con claridad: a ponerse el balde cuando conduce el balón. Tiene la opción de adaptarse al futbolito de la U para constituirse en un aporte si juega en conjunto y hacer una diferencia al recibir habilitaciones al gol, pero solamente por el lado derecho, todas limitaciones de este nuevo proyecto de la U.

Ahora terceros en la table, comenzamos a mirar el precipicio. Podríamos vernos la suerte en un mano a mano con Audax o el mismo Palestino en play offs. Llegaremos a enfrentarnos a un reanimado cacique, que no juega mucho, pero que tiene hombres que en los partidos importantes acostumbran aparecer con goles y para darle alegrías a sus hinchas, las mismas que extrañamos de la U desde hace tiempo.

El indio, sus jugadores y el técnico Gallego –un experto en escudarse en sus jugadores- buscan seguir vivos en el torneo. ¿Se lo facilitará la U?. Viene el clásico mayor y Sampaoli camina por la cornisa, ¿se habrá dado cuenta?