La U en el Nacional, triste retorno ante O’Higgins
- Eduardo Retamal, ex Guía de Universidad de Chile
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El ambiente en la previa emanaba entusiasmo y notas de emoción azul para el primer partido del año como local -propiamente tal- en el remozado Estadio Nacional. La hinchada fiel, que siempre acompaña y canta, esta vez muy numerosa y gozando su protagonismo desde la galería, para una jornada de miércoles post Fiestas Patrias de Bicentenario donde recibe las ofertas festivas del gerenciamiento: combo rebajado con la entrada para el próximo encuentro de fin de semana –Palestino- y las damas con acceso gratis.
La mesa servida para un festín del chuncho con todas sus huestes, los cantos desde las calles aledañas al Nacional, el murmullo que explota con la llegada del bombo desde la galería sur a las 19:30 hrs. mientras se presencia el precalentamiento de ambos equipos en el espléndido campo de juego. Hasta allí todo en su curso normal, sin embargo, la fiesta tendría algunos convidados sorpresa.
Comenzaron a hacerse notar los detalles de la organización del propietario del recinto y de la que ofrece la sociedad concesionaria, los que habitualmente no merecen reparos:
Primero: El remozamiento y mejoras del estadio no incluyeron una amplificación acorde el nivel y tiempo de trabajo en las obras, solamente bajo marquesina se escuchan el audio con el locutor del estadio con las formaciones y el minuto de silencio que se retrataba como rostros de interrogación –para quién es?- entre jugadores en el centro del campo y del numeroso público. Y después nos asombramos de que no se respeten este tipo de ceremoniales.
Segundo: El convite era amplio y generoso para tener un marco masivo en el reencuentro del equipo mágico, la entrada gratuita tuvo amplia respuesta entre las damas, numerosos públicos pertenecientes a diversos grupos etáreos como para acompañarse de la mujer, la amiga discreta de semana, ir con la polola mientras se ve al chuncho o incluso los grupos de amiguis que buscaban diversión y taquilla de entresemana.
Rápidamente colapsaron las tribunas disponibles en el sector sur provocando agolpamiento del público que no podía acceder, mientras los asistentes a Galería y Andes contemplaban la galería norte cerrada y vacía. Una evidente desprolijidad que no favorece los esfuerzos para el retorno del público al espectáculo futbolístico. Lo anterior, sin hacer cuestión de los riesgos para los asistentes en las puertas de acceso, elementos que tienen trágicos antecedentes en el mundo. Hay que aprender y dar garantías.
Tercero: El tablero marcador electrónico, remozado visualmente y con alta tecnología, presentando dos horas de carta de ajuste! con la imagen de la institución que administra el coliseo. Detalle como para remarcar las carencias en torno a la localía real y las permanentes demandas en los medios por el estadio azul.
Cuarto: La visita desde Rancagua de un O’Higgins, -con una rara indumentaria albiverde que recuerda sus colores fundacionales- terminó por arruinar el anhelado retorno al hogar azul. Amagado por la liguilla de promoción se llevó tres valiosos puntos merced a su fútbol rápido, de buen pie, dinámica, orden y actitud. El polémico técnico Figueroa le lavó la cara a su equipo, lo despertó y lo plantó a jugar en terreno azul, con un esquema de mucho correr y generar espacios hacia las bandas, donde cada hombre en la cancha luchó los 94’ que duró el encuentro.

La decepción de los hinchas era evidente ayer, aún añoran al equipo del primer semestre, que brilló en la Copa Libertadores.
La U pudo haber tenido mejor suerte, pero las limitaciones exhibidas esta noche de miércoles obstaculizaron sus propias pretensiones producto de un fútbol predecible y lento que careció de sorpresa y del ritmo de juego necesario para doblegar a un rival que le planteó bien el partido al mediocampo azul. Las espaldas de la zaga azul se ofrecieron permanentemente durante el primer tiempo, el juego por las bandas y los buenos balones en velocidad a los espacios permitieron a los rancagüinos llegar con frecuencia a amagar el arco de Conde.
Pese a disponer de un cuarteto de mediocampistas –Vargas, Iturra, Rojas y Puch- compuestos de dos externos y dos contenciones, se les vio desconectados entre sí, sin ejecutar correctamente una idea fuerte futbolística, observación extensiva al fondo azul: en el caso de Rojas una sombra sin claridad ni gravitación, Puch abusando de sus amagues y personalismo, siempre tuvo a Mena a su izquierda para provocar el desborde optando por ignorarlo sistemáticamente.
A Marino, solamente por el nivel de sus habilitaciones que con cuentagotas entrega durante el partido, habrá que seguir esperándolo. Las urgidas compras de mitad de temporada trascendieron en esta jornada: el surgentino tiene contrato con la U por tres años!, lo que se llama en jerga de futbolistas el último buen contrato.
El impetuoso Bueno busca y lucha, pero no tuvo la sintonía fina para no entorpecer en una jugada de gol y cederlo, conquista que habría ayudado muchísimo al comenzar el complicado encuentro. Rivarola, que no estuvo en una de sus noches gloriosas, igual generó peligro y los errores del línea de la tribuna anularon la jugada de gol que significaba evitar la derrota y el perdón para la lentitud de Marino. Contreras solamente cumplió al proyectar centros desde la derecha, pero no aportó desborde.
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