• Eduardo Retamal, ex Guía de Universidad de Chile
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Cada torneo, a medida que avanza, comienza a tener signos que lo caracterizan para sus protagonistas. En el caso nuestro -hasta ahora- es la incapacidad de ganar como local frente a rivales que nos juegan de chico a grande controlando los espacios atrás, contragolpeando con oficio y con la ambición de delanteros como Cantero y Urbano. Lo anterior, con la tolerancia de los zagueros de la U, quienes se vieron bastante desaplicados en su marca en jugadas claves para nosotros.

Las derrotas frente a Santiago Morning y Unión San Felipe han puesto en entredicho al técnico Sampaoli y también el rendimiento alcanzado por el equipo después de la sequía de triunfos en los amistosos de pretemporada. Parecía que la U tomaba la punta del torneo y despejaba las dudas del inicio de año, pero por ahora hay que apostar al rendimiento como visitante y a las ganas de rehabilitarse en el norte.

Foto: El Mercurio

Matías Rodríguez deberá tener cuidado con sus arranques ofensivos ante Cobresal.

Este sábado viene una parada complicada e históricamente grata para el pueblo azul. El norte atacameño nos entrega sinsabores en su típico y soleado horario de las tres y media de la tarde: tres victorias de la U, un empate y dos derrotas en el Estadio El Cobre de El Salvador en los cinco años anteriores.

Sin una tendencia clara sobre el resultado, a lo menos se podría esperar un entretenido partido con movimiento en las porterías, pues el promedio es levemente inferior a cinco goles por partido. Algo debe tener que ver la altura y el balón más liviano por la disminución en la presión atmosférica.

El balón viaja ligero y relampagueante si se patea un penal como el que concretó Pato Mardones en 1994 aquel 18 de noviembre, después del foul de Rivera a Marcelo Salas: un misil que Johnny Pérez apenas alcanzó a sentir muy cerca suyo luego que la pelota buscara las mallas por el centro del arco superando todo límite de velocidad.

Dos enormes jugadores de entonces, Rogelio Delgado y Sergio Bernabé Vargas, luego de cobrado el penal y ante la decisiva instancia de empatar para la U el difícil partido  de campeonato se acercaron a Mardones a pedirle el penal. La experiencia y madurez del volante descartaron las ayudas afrontando el trance clave: a la tremenda potencia solamente agregó el control para que el balón no se elevara y fuera a dar al mineral.

Esta víspera ameritaría dejar todo de lado y partir nuevamente con amigos a ver a la U y hacer los ochocientos kilómetros desde Santiago para pernoctar en Copiapó: cenar ansioso en algún restaurant nortino y tal vez animarse con las tentaciones de las noches atacameñas para abrir los ojos mañaneros agitado y, sin mirar el reloj, salir disparado antes del mediodía rumbo a El Salvador, surcando nuevamente ese extraordinario asfalto sin baches para ascender remontando los inmensos desfiladeros que conducen al campamento minero.

Encantar nuevamente la magia de aquel triunfo histórico de la U que dejó atrás tantas amarguras, liberando una euforia azul tan renovada como contenida por décadas. Me provoca desclasificar alguna vez mi viaje con amigos de entonces, pero mejor concentrémonos en un partido que necesita rentarnos tres puntos.

Este sábado Sampaoli no cambia su receta, en campo: 3 defensas, 3 volantes de corte y marca, 1 mediapunta y 3 delanteros. Al menos va a incorporar a Acevedo o González por el suspendido Rojas y tal vez se anime a darle un coscorrón a Rodríguez por sus excesos ofensivos desatendiendo las marcas asignadas que nos han costado varios malos ratos.

El ordenado equipo de Musrri es de cuidado especialmente en el norte, con un equipo de hombres más que de nombres:  el afilado empeine de Carlitos Espinoza alimenta a Pericás y al resucitado Joel Soto, buscando poner balones en los espacios defensivos que conceda el rival, ¿les suena conocido? Confiemos en que reaparezca la jerarquía del plantel de la U y nos traigamos la victoria.