• Eduardo Retamal, ex Guía de Universidad de Chile
• |
• Ver más de la-u

La nostalgia no es algo privativo de la vejez o de la madurez, también se puede sentir en la juventud. Basta con extrañar el veraneo del año pasado y compararlo el tedio actual para dejar escapar un suspiro por los buenos momentos vividos.

La U enfrentó a Palestino consecutivamente en dos liguillas en los años setenta, tiempos en que mi total olvido de los estudios y rutinas liceanas coincidían con la espera de los hitos de fin de año y la previa de regresar a las arenas y olas del norte coquimbano.

Solamente me apartaban de esa paz, el inclemente sol del ya veraniego diciembre y el riguroso trote diario y matinal alrededor del cerro Calán junto al “cabezón” García y el Pato Canete.

De pronto, era martes y de regreso del ejercicio estaba esperándome la Revista Estadio para ser devorada y con sus contenidos a la espera de una liguilla que devolviera a la U a la Copa Libertadores, ausente desde 1972 cuando jugó contra el Uni-Uni, Universitario de Deportes y Alianza Lima.

Un miércoles 1 de diciembre de 1976 casi cuarenta mil personas se reunieron en el viejo Nacional y con el calor de las siete de la tarde comenzaron a ver cómo la poderosa formación de Unión Española se imponía al cacique, curiosamente con goles de Leonel Herrera y Lucho Miranda. Sí! ese mismo señor que entrevistan cuando se necesitan opiniones de los “históricos albos”.

En el partido de fondo, ya con el frescor de la caída del sol, mientras la sed se apagaba en todo el estadio con unas tibias “Pilsener” comenzaban a escucharse el tamborileo árabe bajo la marquesina, impecablemente vestidos de blanco salían los tricolores a saludar desde el túnel norte por la sombra y junto a la línea de cal.

Los dirigidos por Caupolicán Peña practicaban un futbol grato a la vista con un trato del balón que llegaba a la exquisitez. Respaldados desde el arco por un seleccionado argentino como Quique Vidallé, después la comenzaban a tocar infinitamente Coppa, Messen, Manuel Rojas y Cavalieri, para servir el balón al pique letal de Oscar Fabbiani. Un equipazo.

La U se impuso 4-2 y picó en punta en la liguilla. Pese a la apertura de Fabbiani, el empate de Barrera y la nueva desventaja del zurdo Zamora. En el segundo tiempo la U aplastó a Palestino con goles de Socías, Héctor Pinto y Ghiso, iniciando el camino que la llevaría a la Copa Libertadores del año siguiente junto a Everton y los paraguayos Libertad y Olimpia.

Antes, tuvo que definir el primer lugar nuevamente con los tricolores en partido de desempate al igualar ambos en cuatro puntos, con el sistema de dos puntos al ganador, merced a los dos empates de la U frente a hispanos y albos.

El viernes siguiente más de treinta y dos mil santiaguinos se reunieron a ver otro vibrante partido, que finalizó empatado, nuevamente con goles de Fabbiani y Zamora por los tricolores y  de Socías y Ghiso para la U.

Las bases contemplaban un alargue en caso de igualdad, donde hubo expulsados por Sergio Vásquez en el segundo tiempo extraordinario (Araneda y Carballo) por lo que la igualdad final y pase a la Libertadores de la U conto con el “lulo” Socías atajando en los cinco minutos finales. Emoción y alegría adolescentes en mi corazón azul.

El año siguiente, más cerca de Navidad, nuevamente los baisanos –que irían a la Libertadores el año siguiente- esperaban a la U en la primera fecha liguillera.

Preliminar de otra reunión doble, cerca de treinta y cinco mil futboleros espectadores, la U decepciona y cae 0-1 por gol de Pedro Pinto. El minitorneo la relegó al cuarto y último lugar luego de empatar con los albos y caer con los ruleteros.

En tiempos modernos la U se cruzó nuevamente con los tricolores. El 2001 Santa Laura fue el escenario para la derrota azul 0-1 en la ida, concluida al día siguiente sin público por el ya tradicional proyectil, en la revancha. El triunfo 3-1 y los goles de Barrera y Maestri permitieron avanzar a la U a la fase siguiente e inclinarse posteriormente frente a los loinos.

Un nuevo capítulo se comienza a escribir rompiendo el equilibrio con los tricolores.