¿Quiénes habitan Casa de campo, de José Donoso?

En esta novela José Donoso nos presenta a la familia Ventura, una poderosa familia de siete hermanos, que se reúnen todos los veranos para pasar las vacaciones en la casa de campo familiar.

José Donoso es uno de los grandes maestros de la narrativa nacional. Nacido en 1924, Donoso dejó su huella en Chile, en España y Estados Unidos, y se consolidó como una de las figuras centrales del boom latinoamericano. Entre otros reconocimientos, recibió el Premio Nacioanl de Literatura en Chile, el Premio de la Crítica en España, el Premio Mondello en Italia y el Premio Roger Caillois en Francia. Donoso murió en 1996 y es reconocido hasta el día de hoy como un autor fundamental de la literatura chilena.

Casa de campo (Alfaguara) fue escrita a fines de la década de los ’70 y nos presenta a la familia Ventura, una familia de terratenientes dueños de importantes minas de oro que llegan todos los veranos a Marulanda donde se encuentra esta gran casa de campo,  donde los siete hermanos Ventura junto a sus hijos gozan  de refinados lujos y son atendidos por un ejército de sirvientes.

Casa de Campo

Foto: El Mercurio

Esta casa de campo, que aparece, lejos de la civilización, como un espejismo, guarda varios  de los secretos de la familia Ventura.  Es recurrente escuchar, de boca de los adultos de la familia la expresión “correr el tupido velo”, siempre frente a situaciones adversas o desagradables para ellos, que es mejor ignorar, no ver.

Donoso describe a los personajes de Casa de campo, y la fuerte estructura social imperante;  en esta  jerarquía, la hegemonía es de los adultos de la familia Ventura, los señores, superiores dueños de casa que son la élite, mientras que sus hijos, “los niños”, pertenecen a una clase inferior, al igual que los sirvientes y los nativos de Marulanda, a los que se acusa de salvajes antropófagos.

Más allá de esta rígida jerarquía imperante en la casa de campo, son muchas las situaciones que hacen este relato tan singular, desde el pequeño Wenceslao, de nueve años, que es disfrazado por su madre como mujer, con faldas y peinados, o las duras -pero también chistosas, aunque un poco crueles- descripciones de algunos niños, “de caras horribles, gordos y babeados”   hasta el gran secreto de una de las adultas, que intenta ocultar su ceguera encargándole a su marido que se preocupe de su apariencia, de vestirla y de peinarla, demostrando así que las apariencias son lo más importante.

Los días en la casa de campo de Marulanda transcurren con tranquilidad, los niños juegan a “La Marquesa salió a las Cinco” mientras los adultos se encargan de mandar a los sirvientes y recibir el oro de sus minas labrado por los nativos.

Algo ocurre, los adultos deciden organizar un fastuoso día de campo fuera de la casa, dejando a los niños solos, llevándose a todos los sirvientes para que los atiendan, y dejando así la casa sola, en manos de los niños, con la oportunidad de descubrir secretos y algo más…

Una novela dinámica, con un narrador amigo de sus lectores, que se preocupa de nosotros mientras vamos leyendo, que se toma el tiempo de dirigirse a nosotros, sus lectores, creando así una cercanía total con él como narrador, con los personajes y con los hechos ocurridos en la casa de campo, que podrían ser, una metáfora política de lo que ocurría en nuestro país en ese tiempo, a fines de de década del ’70.

Una metáfora o una novela fantástica, Casa de campo es, de todas maneras una aventura imperdible para el lector.

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