Entrevista a León de Montecristo: El autor adelanta “La sangre escondida”, esperada secuela
Guía de: Literatura Fantástica
- Alberto Rojas
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Cuando se habla de autores de fantasía épica en Chile, el nombre de León de Montecristo es, sin duda, uno de los imprescindibles de la lista. Es que desde la publicación de su novela El último rey (2012), los lectores no solo fueron creciendo con el paso del tiempo, sino también el interés por continuar la lectura de una saga en la que su autor había comenzado a trabajar 20 años antes.
Pero la espera valió la pena y ahora, finalmente, su autor anuncia la publicación de su esperada secuela: La sangre escondida. Y cuya presentación oficial será este sábado 5 de noviembre en la Biblioteca de Santiago, a partir de las 12:00 horas, a cargo de los booktubers Yayo del Rëy y Angie Figueroa.
-Los lectores de El último rey han esperado bastante para la publicación de esta segunda parte. ¿Con qué se van a encontrar en este nuevo libro?
-Aunque El último rey, a grandes rasgos, transcurre en forma paralela en dos escenarios, Elôkar y la Mancomunidad, los acontecimientos en dicho libro se observan bajo la óptica de Belssor y principalmente a partir de los temores, esfuerzos y esperanzas de su protagonista: Eähsel Avinnicia. Es ella quien se hace cargo del trono que dejó su padre, quien organiza y manda un grupo de hechiceros para que crucen las montañas, quien debe lidiar contra las intrigas políticas que se desatan al interior del conglomerado que su ciudad lidera y la que, en última instancia, soluciona la mayor parte de los nudos conflictivos de la primera entrega.
El último rey tiene muchos personajes centrales, Eähsel es, sin duda, su protagonista indiscutida. Esa es la principal diferencia con La sangre escondida, que no gira alrededor de ella y presenta en gran parte de su tramado la óptica opuesta: la de los habitantes de Elôkar. De hecho, los lectores encontrarán en esta nueva entrega personajes nuevos como Rimertis o el Mutilador, y también conocerán un poco más de cerca a algunos que solo se nombraban en el libro anterior ―como en el caso de Hija de la Luna― o accederán a una mirada nueva a partir de algunos personajes que parecían bien definidos.
Por supuesto, siendo parte de una saga literaria, La sangre escondida es una continuación del libro anterior, retoma el hilo que dejó abierto El último rey, pero siento que es mucho más que eso: no tener que presentar al lector todo un mundo secundario partiendo de cero me permitió ahondar un poco más en la humanidad de mis personajes. En gran medida es, más que una continuación, una relectura del libro que le precedió, sin que ello signifique no avanzar en la trama de la saga en su conjunto.
-¿Y de qué manera sientes que has cambiado tú como autor y los protagonistas de esta saga en este tiempo?
-No sé si soy un poco más sabio, sin duda soy un poco más viejo, y eso me ha dado la libertad de mirar lo que escribo con otros ojos. Me siento en un gran momento en lo creativo; no podría decir que he alcanzado la madurez literaria, pero sí un estilo propio que brota con fluidez cada vez que me introduzco en el universo de Qaldäe Barei. La presión de lanzar un primer libro, y la de esperar que sea del agrado de los lectores, te obliga aun sin proponértelo a escribir con mesura, corrigiendo una y mil veces, lo que vuelve lento el acto de escribir e insufrible la edición. Quieres que sea todo perfecto. Tardas casi veinte años en mirar una obra y permitirle salir a la luz, dejarla que viva realmente al ser leída por tus primeros lectores. Pero cuando has pasado por todo eso, cuando has recibido el cariño del público y te das cuenta que el libro ha gustado o que hay personas que vibraron con él, no solo sientes alegría y orgullo; te liberas de un peso también. Y eso te da el espacio para escribir con mayor libertad.
Creo que algo parecido les pasó a mis protagonistas, que se liberaron de los estereotipos que muchas veces representaban. Son un poco más complejos, por decirlo de algún modo, más humanos emocionalmente. No es que no lo fueran antes, es que vivían circunstancias diferentes. Cuando tienes una guerra encima, como sucedió tras la liberación de Zarkon, debes actuar sin pensar o morir. Cuando viene la posguerra, en cambio, tienes más tiempo para meditar lo que hiciste o lo que harás. Ya no sirve el argumento de “nosotros somos los buenos y ellos los enemigos”. El libro, pues, necesariamente debía asumir una óptica distinta; de ahí la inclusión de los personajes de Elôkar.
-¿Qué fue lo más difícil que enfrentaste al momento de escribir La sangre escondida?
-Sin duda, tener que asumir su producción gestionando por mí mismo todo lo relativo a su edición y publicación. Más allá de la logística involucrada, que no es menor si consideramos los pasos que involucra, en lo estrictamente literario tuve que asumir que no podría ser un único libro de 600 páginas o más. Fue el motivo por el que el proyecto de El dragón y la doncella, que en principio iba a ser la continuación de El último rey, tuvo que ser dividido en dos: lo que hoy es La sangre escondida y lo que será La doncella en el sarcófago.
Esto significó un retraso en el proceso de escritura, pues las casi quinientas páginas que ya tenía escritas al momento de publicar El último rey debían ser reestructuradas por completo. No podía simplemente cortar el libro en la página trescientos o poco más y decir “bien, aquí tienen la segunda parte”, pues no había sombra de clímax ni de desenlace en esa parte del libro. Tuve que reescribirlo todo a fin de darle un nuevo desarrollo y otro ritmo, adelanté acontecimientos, otros los postergué, y algunos tuvieron que ser suprimidos.
Aún estoy trabajando en la tercera parte intentando curar las heridas que dejé en ese libro. El resultado fue tan diferente que incluso el título primitivo no me servía. En gran medida, aunque tiene un argumento propio, La sangre escondida es un libro puente entre el primer y el tercer libro de la saga, no es autoconclusivo como sí lo fue El último rey, y muchas de las preguntas que plantea esta nueva entrega no serán resueltas sino hasta la siguiente. Lo positivo es que, siendo un libro más breve en extensión (tiene casi doscientas páginas menos que El último rey), ello me obligó a darle más agilidad a las escenas en pos de ahorrar páginas, aunque sin abandonar mi particular gusto por las descripciones.
Lo que perdió en cantidad, lo ganó en fluidez. Pero para llegar a eso, el proceso fue largo y extenuante, y yo veía pasar las semanas y los meses sin sentir que avanzaba. Por eso mi enorme gratitud hacia los lectores que siguen preguntando por la continuación de la saga, manteniéndola viva tanto en las redes sociales como en la memoria literaria colectiva.
-En tus palabras, ¿cómo entiendes el género de la fantasía épica?
-Las formas literarias más antiguas, al menos hasta donde sabemos, fueron los relatos transmitidos de boca en boca y de generación en generación, incluso antes de que naciera la escritura como la conocemos, en que no era posible distinguir ―no bajo nuestra propia mirada― la ficción de la no ficción, lo real de lo mágico, ni lo humano de lo divino. Puestas sobre la arcilla, la piedra o el papiro, y solo mucho después sobre el papel y las pantallas táctiles de hoy, las historias que se contaban entonces siguen vigentes. No es una casualidad. La muerte del dragón tiene muchas lecturas, una de ellas es la lucha constante e intemporal entre el bien y el mal, y por extensión entre la vida y la muerte, los dramas humanos por excelencia.
La fantasía, y muy particularmente la épica, es una reinvención del mito, es la vestidura con que la literatura primigenia, esa que viene contándose desde edades olvidadas de tan antiguas, se ha cubierto para reinterpretarse en nuestros días. No es de extrañarnos, por tanto, que la literatura fantástica apele con tanta recurrencia a los seres míticos. Estamos ante una literatura que recuerda a medida que inventa, y que, parafraseando una novela icónica de la fantasía, es en sí misma una historia interminable que probablemente se seguirá reinventando con los siglos como lo ha hecho hasta ahora, al menos mientras exista la humanidad. Vista de ese modo, la fantasía épica no es un género menor en la literatura sino, por el contrario, la heredera directa de un linaje antiguo y orgulloso que dio origen a todos los demás. Es la reina de las formas literarias. Por eso su éxito.
-En ese sentido, ¿qué crees que caracteriza el universo que has construido?
-El universo que he construido tiene muchas aristas, pero, si miramos el argumento central de todos los libros del Codex Draconis en su conjunto ―que es la búsqueda y conquista de la Tríada de Drakar―, veremos que a la larga todos los afanes de uno u otro bando giran en torno a la búsqueda de la inmortalidad y de lo divino, elementos ajenos a nuestra naturaleza limitada y mortal, pero al mismo tiempo intensamente humanos. No nos resignamos a nuestra temporalidad.
La búsqueda de la inmortalidad, desesperada a veces, y la lucha entre bien y mal que se desata por ello, el sacrificio, la ambición, el miedo, no son sino la recreación del viejo drama que ha quitado el sueño de la humanidad durante milenios: cómo enfrentar la muerte. Por eso, cada vez que nos enfrentamos a un libro de fantasía épica, muchos de nosotros esperamos –secreta o inconscientemente– que triunfe el “bando de los buenos” o al menos aquel con el que nos identificamos como lectores. Porque sabemos que la vida real no nos otorga ese final, no al menos en este mundo.
-¿Cuándo tendremos la posibilidad de leer el tercer libro de esta saga?
-Pronto, muy pronto. Estoy consciente de que los lectores que esperaron cuatro años por el segundo libro, que cerraba puertas y concluía un ciclo, no lo harán por uno que deja muchas preguntas abiertas. En el intertanto, publicaré en los próximos meses otra novela que hace tiempo tengo postergada: una de ciencia ficción titulada Intraterrestre. Servirá para que mis lectores sepan que sigo vivo y siempre escribiendo, y espero que no pase mucho más de un año antes de anunciar noticias sobre La doncella en el sarcófago, el tercer libro del Codex Draconis. Pero verán que la espera valdrá la espera: el final del tercer libro no dejará a nadie indiferente.
-Y además de Intraterrestre y del Codex Draconis, ¿estás trabajando en otros proyectos?
-Siempre. La dispersión literaria ayuda a la creatividad. La mejor manera de descansar de un proyecto que parece estancado es empezando otro, lo que te mantiene activo mentalmente pues nunca dejas de escribir. El universo de los dragones es vasto, casi inagotable, y ahora mismo estoy inmerso en él con más libros de los que soy capaz de escribir. Pero se trata de proyectos que están en una etapa embrionaria, y hablar de ellos en este momento sería casi soñar despierto. Y de eso sí que sabemos los escritores.
La edición impresa de La sangre escondida está disponible en Amazon.com
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