“Wild Cards. Juego sucio”: Una historia en transición dentro de esta exitosa serie

Esta quinta entrega vuelve a Nueva York para retomar personajes abandonados por largo tiempo, aunque en una historia que no tiene un eje central claro.

Recientemente, George R.R. Martin anunció que detendría todos sus proyectos paralelos —sus miles de proyectos paralelos— para terminar de escribir de una vez por todas la sexta parte de “Canción de Hielo y Fuego”. Según él mismo explicó, solo habrá una excepción a esto. Y será “Wild Cards”, la saga —con participación de varios autores— sobre un mundo afectado por un virus extraterrestre, que él edita.

Se ve con esto que la saga es importante para él. Y eso se nota en las páginas. Cómo ya hemos dicho antes en Guioteca, las entregas de “Wild Cards” ―“El Comienzo”, “Ases en lo alto”, “Jokers Salvajes” y “El viaje de los Ases” han mejorado libro a libro, sorprendiéndonos cada vez más con historias de un mundo que, si bien se ha vuelto progresivamente más torturado por la desgracia y el infortunio, aparece en permanente evolución.

Wild Cards 5 - Juego SucioEn esta oportunidad, las plumas que conforman “Wild Cards” nos entregan “Juego Sucio” (Océano, $ 19.000), que, en mi opinión, es una transición en la vorágine de cambios, conflictos y tragedias que esta saga nos ha dado desde el primer tomo.

“Juego Sucio” vuelve al origen de la historia, en Nueva York, ciudad que los autores habían abandonado en la entrega anterior, “El viaje de los ases”. El lugar donde todo comenzó es donde ahora varios de los héroes más característicos de esta serie buscan reinventarse tras varios años  de guerras. Hoy, sin un conflicto abierto, muchos sufren crisis personales en las que sus mutaciones parecen estorbar más que ayudar.

Mientras, los villanos esperan. De a poco van mostrando sus caras pero, de momento, prefieren mantenerse en el anonimato, aprovechando sus dones para parecer algo que no son, maquinando en las sombras, lo que al lector le deja la impresión clara de que la tormenta volverá a estallar, y pronto.

Todo esto no significa que en el libro no pase nada de relevancia. Hay muchas historias, de numerosos personajes, que la historia había dejado de lado tras “El viaje de los ases”. Y que resulta un placer volver a leer, aunque, como suele pasar en esta saga, hay diferencias importantes en la relevancia de las historias de unos y otros. Mientras algunos parecen trascendentes y cruciales para la historia general, es difícil entender cuál es la importancia de otros.

Dentro de los personajes que la historia retoma, quisiera destacar el regreso de “El Durmiente”, uno de los personajes más complejos y atractivos del universo “Wild Cards” —cada vez que duerme, despierta con una nueva mutación—, quien protagoniza la historia de más relevancia del libro, la que, de la mitad al final, parece ser el eje central.

En este punto, sin embargo, hay que hacer una crítica. La historia antes referida “parece” ser el eje central del libro, pero, a mi parecer, no lo es. Es una forma bastante acertada de presentar al lector un reinicio, mostrar cómo el más grande horror del mundo —el famoso virus— vuelve para ser tragedia de algunos y bendición de otros. Pero la situación es pasajera. Para mí no es más que un espejismo. Y eso es un ligero retroceso en algo que esta saga había logrado con mucho acierto. El que historias de diferentes autores pareciera una novela común, con un claro eje central. Esta vez, aunque el libro es muy entretenido y la edición de George R. R. Martin logra un estilo común, no se logra camuflar totalmente la sensación —real— de que este libro es una antología.

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