Tom Hanks, de actuales 64 años, es uno de los actores más populares y queridos de Estados Unidos. Considerado por muchos como una especie de padre de América, el intérprete de “Forrest Gump” es un ejemplo de actor humilde y comprometido, esposo fiel, amigo leal y preocupado padre de familia.

Tom Hanks junto a su hijo Chester.

Sin embargo, más allá de una vida aparentemente ejemplar, los medios sensacionalistas norteamericanos cuentan que el gran problema de Tom Hanks se llama Chester, el tercero de sus cuatro hijos que al parecer no ha seguido el intachable ejemplo de sus hermanos (Colin es un actor respetado, Elizabeth es escritora y Truman ha comenzado a trabajar en la industria del cine como operador de cámara).

Chester Hanks junto a sus padres, Rita Wilson y Tom Hanks.

Chester, mejor conocido como Chet, tiene 31 años y ha sido sindicado como la oveja negra indiscutida de la familia Hanks. Y razones no faltan, pues a la par de su incipiente carrera de actor y rapero, viene arrastrando desde hace tiempo un grueso historial de polémicas y controversias.

Chester, por ejemplo, da sido duramente criticado por sus comentarios racistas, pues suele utilizar frecuentemente el término “nigga” (“negro” o “negrata”) en un tono claramente vejatorio y despectivo. También ha sido acusado de ensalzar el supremacismo blanco en tiempos del movimiento Black Lives Matter grabando y promocionando provocativas canciones como “White Boy Summer” (“El verano del muchacho blanco”), en cuyo videoclip Chet aparece presumiendo de un cuerpo musculoso y tatuado, en una actitud claramente machista hipersexualizando a la mujer. En las imágenes, de hecho, Chet aparece rodeado de hermosas chicas en bikini haciendo twerking mientras él vierte sobre sus curvilíneos traseros una bebida alcohólica.

Chet Hanks también ha sido criticado por llevar camisetas y pantalones cortos con tipografías góticas similares a las que utilizaban los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y que hoy actualmente utilizan grupos de supremacismo blanco en Estados Unidos.

Según informó la revista People, la expareja de Chet, Kiana Parker, lo denunció a la justicia, acusándolo de maltrato físico y verbal, solicitando una orden de alejamiento que fue aceptada por los tribunales.

Según declaró la joven, Chet Hanks “la amenazó con una pistola en diferentes ocasiones, arrojó objetos contra ella y profirió diversos insultos racistas”. Chet, por cierto, ha negado todos los hechos, retrucando que fue ella quien lo agredió a él y que hasta llegó a presentarse con varios hombres en su casa, uno de los cuales iba armado con una pistola.

Finalmente, pese a que sus dos padres se contagiaron de coronavirus en marzo del 2020 mientras se encontraban trabajando en Australia, Chet Hanks publicó en su cuenta de Instagram un polémico video en el que se mostraba abiertamente contrario a la administración de la vacuna contra este virus.

“Nunca me ha dado covid. No me picarán con esa maldita aguja…Quería ponérmela, pero mi sistema inmune me dijo que era mejor no hacerlo. ¿Vale? No necesito que nadie me manipule. Seamos realistas, el 99% de la gente no usaría champú no aprobado por la FDA, pero sí que se pondrían una inyección experimental del gobierno…Hay más pruebas de que los ovnis son reales que de que esa vacuna sea saludable para ustedes”, declaró, aunque luego borró el vídeo y subió otro en el que se mofaba de los que decidían inyectarse.

Chet Hanks apareció por primera vez en los medios en el 2014, cuando reconoció públicamente su adicción a las drogas, con las que decía luchar desde los 16 años, por lo que entró en un centro de rehabilitación. En esa oportunidad, Chet culpó al entorno familiar de su estrecha relación con los estupefacientes.

“Descubrir quién soy ha sido todo un viaje por culpa de todas las presiones con las que he tenido que lidiar en mi vida. Ya saben, siendo el hijo de mi padre y todo eso”, dijo Chet en esa oportunidad. Solo seis meses después, la policía británica emitió contra él una orden de detención por destrozar una habitación de un hotel en Londres.

Sin embargo, pese a todos sus negros antecedentes, Chet Hanks también dice ser un hombre muy religioso, asegurando que gracias a Dios pudo dejar de consumir definitivamente drogas a los 24 años.

“A los 17 años yo era ateo y me mandaron a un campamento de 12 semanas en una zona remota de Utah por mis problemas con las drogas. Salí y me senté en el borde de un risco, y me quedé mirando la vista. Miré por dónde había estado, desde esa perspectiva elevada, porque había estado atrapado en ese desierto 12 semanas y me parecía feo y aburrido, sin nada para ver. Pero ahora lo miraba desde una perspectiva elevada, en lo alto de una montaña. Y miraba alrededor y la emoción me abrumaba tanto… Sentí como si me tocara la mano de Dios. Fue en ese momento que Dios se me reveló. Toda esa ira, y ese odio, y ese resentimiento, desaparecieron. Se dieron la vuelta, se convirtieron en, simplemente, esperanza infinita, gratitud, paz, amor. Cambió de golpe, así”, explicó Chet.

El hijo de Tom Hanks agregó que “estaba tan abrumado por la emoción, que simplemente me senté ahí al borde del precipicio y sollocé. Sollocé durante una hora, de forma incontrolable. No paraba. Pero eran lágrimas de alegría. Lágrimas de todo, sintiendo todas las emociones a la vez, todo el dolor, todo el gozo. Ninguna experiencia que haya tenido con drogas psicodélicas se acerca en nada a eso. Fue en ese momento que nació mi vida espiritual, cuando estaba así, abrumado. Supe que hay Algo Más ahí fuera, hay un Poder Superior, hay una Inteligencia superior, porque acababa de sentir como si Dios me diera golpecitos en el hombro…si alguien que ve esto tiene problemas de adicciones, ¡siéntete libre de buscar ayuda! Gracias a todos por vuestro amor y apoyo. ¡Dios es real!”.