El 15 de mayo del año 2002 el Real Madrid disputó en el estadio Hampden Park de Glasgow, Escocia, la Final de fútbol de clubes de Europa -o Champions League- frente al Bayer Leverkusen. La fecha, para los cabaleros, indicaba que La Casa Blanca tenía a los dioses de su lado, pues ese mismo día se celebraba el Día de San Isidro Labrador, patrón de la ciudad de Madrid, si mencionar que ese mismo año el Real Madrid celebraba sus 100 años de vida (fue fundado el 6 de marzo de 1902).

El match tendría un inicio vibrante con dos goles en el primer cuarto de hora. El delantero madridista Raúl adelantó a los merengues al aprovechar un saque de banda de Roberto Carlos para batir al portero Butt, pero Lucio empató rápidamente con un cabezazo para el equipo alemán, el mismo donde descollaban astros como Michael Ballack, Bervatov, Neuville, Lucio y Bernd Schneider.

A los 44 minutos del partido, cuando el primer tiempo del match agonizaba, el mediocampista madridista Santiago Solari recibió el balón en el centro del campo, vio al lateral brasileño Roberto Carlos descolgarse por la banda y de inmediato le tiró la esférica por sobre algunos jugadores del Leverkusen en un ajustado pase. Roberto Carlos dejó botar el balón y mandó un centro bombeado que se elevó con destino incierto por el cielo de Glasgow.

Para un jugador de fútbol normal era virtualmente imposible hacer algo con ese centro, salvo que el receptor del mismo tuviera una técnica exquisita, un gran sentido de la ubicación y los tiempos y una tremenda visión de juego. El mediocampista madridista Zinedine Zidane, el cerebro de la escuadra merengue, esperó que cayera la pelota y, con una volea impresionante, sacó con su zurda el disparo más artístico que se haya visto alguna vez en una final de la Champions League. La pelota se clavó implacablemente en el arco del Bayer Leverkusen, decretando el 2-1 final. Era, según los delirantes relatores deportivos españoles, el gol más brillante de un siglo que acababa de empezar.

Zinedine Zidane, quien se había titulado campeón del mundo con Francia en el Mundial de fútbol de 1998, había recibido el balón de oro al mejor jugador del planeta y había llegado al Real Madrid en la transferencia -hasta entonces- más cara de la historia, recordaría unos años más tarde como se había gestado la jugada que terminó en su increíble gol.

“Todo empezó con una pared. Solari (Santiago) envió un balón a Roberto Carlos por el costado. Después Roberto Carlos puso un centro… Y se ha hablado mucho sobre ese centro. Fue un centro atípicamente alto, pero si él hubiera mandado un centro perfecto, quizá yo no hubiera marcado esa volea, así que de hecho estoy contento con el centro que entregó, incluso aunque me llegó desde muy alto. Como resultado de eso, pude ejecutar esa volea y marcar ese gol. Así que no cambiaría nada sobre ese centro, aunque de vez en cuando lo recuerdo como un centro corriente. Lo único que me dije a mí mismo era que tenía que situarme bien detrás del balón y colocar mi cuerpo en la forma perfecta, y eso es lo que hice. Es algo que sin duda solo ocurre una vez en la vida, y a mí me ocurrió ese día en la final de la UEFA Champions League”.

El gesto técnico de Zidane, admirable.

El Real Madrid, al cabo, gracias a la soberbia obra de arte de Zinedine Zidane –y a la inspirada actuación del portero Iker Casillas, que se despachó tres soberbias atajadas en los minutos finales del partido- acabaría ganando la novena Copa de Europa de su historia, decretando a principios del siglo XXI la supremacía de la Casa Blanca en Europa.

Curiosamente, muchos futboleros, analizando la monumental volea que Zinedine Zidane se despachó aquel lejano 15 de mayo del 2002 en el estadio de Glasgow, la atribuyeron, aparte del talento futbolístico natural de “Zizou”, al hecho de que el futbolista francés nacido en Marsella el 23 de junio de 1972 practicó durante su juventud judo, disciplina de las artes marciales que le dio no sólo fortaleza física y mental, que son claves en el fútbol y en la vida, si no que también una gran flexibilidad, la misma que quedó de manifiesto en todo su esplender con la anotación en la final de la Champions del año 2002, cuando Roberto Carlos le tiró un centro casi imposible y el francés lo convirtió, con una genialidad, en un tremendo golazo de volea.

Video: Gol de volea de Zinedine Zidane en la final de la Champion League del 2002 (Real Madrid v/s Bayer Leverkusen):