En el invierno de 2002, los transeúntes que circulaban diariamente por el centro de Santiago quedaron perplejos cuando vieron en las atestadas calles de nuestra capital a una joven de 17 años caminando totalmente desnuda, sólo ataviada con un par de zapatillas, unos calcetines, un bolso y unos lentes oscuros.

La joven, quien se hacía llamar simplemente Baby Vamp aunque su verdadero nombre era Lucía López Catrileo, era la protagonista de una suerte de experimento social montado por el artista conceptual argentino Luizo Vega, quien deseaba mostrar qué reacciones tenía la gente común y corriente al encontrarse de sopetón con una delgada adolescente que caminaba por la calle sin ninguna prenda de ropa, tal como Dios la había echado al mundo.

La osada performance de Baby Vamp por el centro de Santiago se tomaría las portadas de todos los diarios y medios de prensa de la época, desatando toda clase de reacciones, especialmente entre los sectores más conservadores de nuestro país. El SENAME (Servicio Nacional de Menores) intentó, de hecho, tomar cartas en el asunto, pues en ese momento Baby Vamp, al tener 17 años, era menor de edad, por lo que inició acciones legales para protegerla.

El creador del experimento social también se convertiría de la noche a la mañana en un personaje bastante conocido gracias a la prensa sensacionalista nacional. Célebre fue su intervención en un programa televisivo de conversación, donde coincidió con otro polémico invitado, el alcalde Pedro Sabat, edil de la comuna de Ñuñoa en esa época. Luego que Sabat tildara de “chanta” al argentino, y éste le respondiera con el mote de “corrupto”, el edil perdió los estribos e intentó agredir en vivo al artista visual argentino, porque a su juicio éste había puesto en duda su honor de recto funcionario público.

Luizo Vega.

Más de 15 años después de la atrevida performance social de Baby Vamp y Luizo Vega, Lucía López Catrileo concedió una entrevista al medio digital “El Rayo”, donde relató cómo había sido participar de esa inolvidable experiencia: “Yo estaba muy en contra de lo que pasaba en Chile en ese momento. Como llegué de argentina a los 11 años, comparaba. Por un lado se mostraba que nadie te hacía nada, pero, por el otro, si uno estaba vestida de cierta forma, alguien podía venir y tocarte. Después cuando en casa decías ‘me pasó esto’, te decían ‘ah, pero cómo andabas vestida’…Entonces, el desnudo implicó eso, estar en desacuerdo con muchas cosas que estaba viviendo como adolescente y darle una patada a esa parte de la sociedad que no te dejaba ser ni expresarte”.

Lucía recordó que “el título de la performance estaba inspirado en un disco de Madonna, porque ella es un ícono gay y en el grupo que estaba sumergida, todos eran gays. El nombre Baby Vamp apareció cuando me junté con todo este grupo y yo aparecí vestida como si fuera la condesa Drácula. Ellos siempre me habían visto con jumper, con mochila, y cuando me vieron con toda esta impronta vampiresca, me dijeron que parecía una Baby Vamp”.

Lucía López Catrileo, quien se haría conocida a principios de este milenio como Baby Vamp.

Lucía López confesó, por cierto, que en esa época no se sentía totalmente contenta con su cuerpo, pero aún así decidió protagonizar la performance social ideada por Luizo Vega: “En el momento que estaba viviendo en Chile, era muy delgada, salía a la calle y me decían que me faltaban cazuelas. Tenía los pechos muy chiquititos, me acuerdo que me salieron como unos granitos en la cola y me quería morir porque decía ‘justo ahora que quiero hacer algo con el cuerpo’…Era muy blanca, porque no tomaba sol de hace tiempo, por esto de ser gótica. Con el cabello se me había ocurrido que se podía teñir rubio para que no me reconocieran. Tenía el pelo muy negro, largo…Había muchas cosas en contra que claramente no fueron un obstáculo para hacerlo”.

Consultada si hoy repitiría esa controvertida experiencia, la ex Baby Vamp confesó que “creo que no, porque esa performance fue única, fue en su momento y fue desde un lugar como muy humano, no había ningún negocio detrás. Creo que se vio como una piba que quería romper las pelotas, como se dice acá. Yo ya soy una mujer, mi cuerpo no es de niña, ya pasó un parto encima y si se hiciera, sería una manifestación dentro de otra”.

Después que comenzara a disiparse toda la polémica desatada por el experimento social creado por Luizo Vega en el invierno del 2002, Baby Vamp se marcharía a Argentina con 18 años recién cumplidos. En Buenos Aires estudiaría diseño de modas y se casaría con un preparador físico uruguayo, con quien tuvo a su único hijo, León.

Lo último que se supo de la recordada Baby Vamp fue su lanzamiento en nuestro país de una marca de ropa creada por ella, llamada “Luci&Fer”, además de su participación en un proyecto artístico llamado “Sangre Negra”, donde personificó a una especie de guerrera mapuche que también se desnudaba en un determinado momento de ese espectáculo.