“Peces en la juguera”: La controvertida acción de arte que invitaba al público a triturarlos

En 2001, el artista chileno Marco Evaristti realizó una muestra que indignó a los grupos ambientalistas del país.

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El artista chileno Marco Evaristti causó una gran polémica a principios del nuevo milenio con una controvertida acción de arte, que enfureció a muchas personas, instalando un arduo debate sobre los límites de las obras.

Durante una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), en 2001, le enseñó al público santiaguino su particular muestra, que consistía en la instalación de 10 licuadoras con agua y peces de colores nadando en su interior. Lo llamativo fue que los aparatos eléctricos estaban enchufados y se les invitaba a encenderlos, de modo de triturar a los peces, si se atrevían. Nadie, por cierto, lo hizo.

Marco Evaristti.

Marco Evaristti.

Como consecuencia de la polémica que causó la situación, un grupo de ambientalistas llegó al Museo de Arte Contemporáneo para sabotear la exposición. Los ambientalistas, junto a algunos artistas que defendían la fauna, comenzaron de hecho a vaciar los peces dentro de una pecera, leyendo una proclama en la que rechazaban esta expresión artística por considerarla sádica. El director del MAC, por su parte, prohibió el retiro de todos los peces argumentando que quienes impedían estas expresiones estaban censurándolas.

Peces

Marco Evaristti, radicado actualmente en Dinamarca, después de esta particular acción de arte, que también presentaría en Europa, en los años siguientes causaría más controversias. En 2007 fue arrestado por la policía francesa luego que intentara pintar la cima del Mont Blanc con 250 kilos de pintura elaborada con frambuesas. En 2008, realizó una muestra de albóndigas hechas con su propia grasa, presentó sus propios excrementos bañados en oro y en otra oportunidad propuso utilizar el cuerpo de un condenado a muerte, quien le había dado su consentimiento, como alimento para peces.

En 2015 sería nuevamente arrestado, aunque esta vez por la policía de Islandia, acusado de violar las leyes que protegen el medio ambiente local, tras teñir de rosa las aguas del famoso géiser Strokkur Geysir con colorante para alimentos, lo que indignó a los habitantes del sector. “Esto no es arte, es vandalismo”, dijo en aquella ocasión el portavoz de los propietarios de la zona del géiser, Garðar Eiriksson.

Géiser rosa

Evaristti, quien en esa acción de arte arrojó cinco litros de tinte rojo en el géiser, comentó en esa oportunidad que “lo hago porque soy un pintor de paisajes que no utiliza un lienzo, pinto directamente en la naturaleza. Yo no pido permiso porque la naturaleza no pertenece a nadie. Creo en la libertad de expresión y creo que la naturaleza es de todo el mundo”.

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