El día en que Pablo Escobar hizo explotar un avión comercial y mató a 110 personas
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- Jorge Fuentes
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El 27 de noviembre de 1989, el narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria ordenó colocar una bomba en un avión comercial de Avianca que volaba de Bogotá hacia Cali. ¿El motivo? Asesinar al entonces candidato presidencial César Gaviria, uno de los políticos colombianos que era partidario de la extradición como pena para el delito del narcotráfico.
Por entonces, los jerarcas de los carteles de Medellín y de Cali le habían declarado una guerra frontal al Gobierno colombiano y a los políticos que promovían la extradición, que significaba que los narcotraficantes colombianos podían ser extraditados a Estados Unidos para ser juzgados y condenados allá. “Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos”, era el lema de los narcos llamados “extraditables”.
Decidido entonces a eliminar a César Gaviria y enterados que éste supuestamente iba a abordar el vuelo 203 de Avianca, la principal aerolínea comercial de Colombia, Pablo Escobar y sus lugartenientes se las arreglaron para comprar dos boletos (en el asiento 15F y el contiguo).
En el primer asiento viajaba Alberto Prieto, un joven colombiano de origen humilde que había sido engañado por el Cartel de Medellín para abordar el vuelo portando un maletín en el que creía que traía una grabadora, pero que en realidad escondía la bomba que tumbaría el vuelo.
El avión despegó a las 7:16 de la mañana del lunes 27 de noviembre de 1989 desde Bogotá con rumbo a Cali, pero cuando llevaba 5 minutos en el aire y se había elevado a unos 10 mil pies de altura, explotó en pedazos, mientras sus pedazos y los restos de los infortunados pasajeros comenzaban a caer sobre Soacha, el municipio colombiano más cercano.
En la tragedia fallecerían 101 pasajeros, seis miembros de la tripulación y tres personas en tierra que fueron aplastadas por los escombros, pero entre las víctimas no se encontraba el político César Gaviria Trujillo, entonces candidato a la Presidencia de la República de Colombia y quien a última hora no había abordado el avión, salvando su vida de milagro.
Entre los pasajeros del infausto vuelo 203 de Avianca se encontraba el tenor Gallardo Arellano, quien ocupó la primera silla del avión; dos filas más atrás, en el asiento 3A, viajaba el director de mercadeo de la empresa Colgate, Alfredo Azuero Echeverry, mientras que en asiento 14C viajaba el biólogo Alemán Henry von Prahl Bauer; una fila atrás de él estaba John Gregory, funcionario de USAID, además de otros dos ciudadanos norteamericanos.
Según pudo determinarse posteriormente, Alberto Prieto, el joven que llevaba la supuesta grabadora que en realidad era una bomba, era un “suizo”, término del hampa colombiana que hace alusión a alguien engañado para ser un “suicida” y quien habría subido al avión engañado por el Cartel de Medellín, que le había encomendado una supuesta misión: grabar la conversación de dos “chivatos” o “sapos” (delatores) del Cartel que viajaban en la fila 14, delante suyo.
Para ello, Darío Uzma, un sicario de Medellín que se comprometió a ejecutar el plan por la suma de 1 millón de dólares, sacó dos pasajes a nombre de “Julio Santodomingo”. Uno de los pasajes supuestamente era para él y el otro para Alberto Prieto.
Ambos pasaron por el registro de rayos X y no se detectó nada anormal. Tras abordar el avión ambos dejaron el maletín bajo uno de sus asientos, cerca de los motores. Uzma le había dicho a Alberto Prieto que el maletín contenía una grabadora para grabar a dos supuestos delatores del cartel, por lo que el “suizo” ignoraba que el botón del maletín iba a activar el explosivo que contenía.
Inadvertidamente, el sicario abandonó la aeronave y al muchacho hasta que minutos después el joven (quien al parecer tenía 17 años de edad) activó inocentemente la bomba que puso fin al vuelo y a sus pasajeros.
Años después, John Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, exsicario de Escobar, confirmaría que “el avión de Avianca fue explotado por órdenes de Pablo Emilio Escobar Gaviria y el Cartel de Medellín”.
Según el mismo “Popeye”, su jefe ya había intentado asesinar al candidato presidencial César Gaviria antes de ponerle la bomba al avión de Avianca. Por eso, cuando el Cartel obtuvo información de inteligencia de que el político viajaría en el vuelo 203, el Patrón del Mal no dudó en ordenar el atentado, que horrorizaría a la sociedad colombiana y convirtió definitivamente a Pablo Escobar Gaviria en el Enemigo Público N° 1 de Colombia.
Tras el cruento atentado, César Gaviria ganaría las elecciones presidenciales en Colombia y en su mandato trató de someter a Pablo Escobar y a los demás narcos a la justicia, dejándole incluso construir su propia prisión, “La Catedral”, de la que eventualmente el Capo del Cartel de Medellín escaparía en julio de 1992, sólo para morir al año siguiente, el 2 de diciembre de 1993, abatido por efectivos de la policía colombiana en el techo de unas casas del barrio Los Olivos de Medellín, tras 17 meses de búsqueda.
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