Gustavo Cerati y Cecilia Amenábar, la historia total
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- Jorge Fuentes
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Cecilia Amenábar, a mediados de la década del 80’, se destacaba por ser una adolescente de rebeldía singular, pues junto a las inquietudes propias de su edad sentía una atracción permanente por las artes y las comunicaciones. Como amante de la música y del canal MTV, por un lado era guitarrista y corista en las misas de colegio y, por otro, era una infatigable organizadora de fiestas y recitales, en especial de grupos glam-rock.
Tras escuchar a los grupos más notables del Rock Latino que despuntaban en esa década, la adolescente, al igual que miles de muchachas a lo largo de todo Chile, se prendó de Gustavo Cerati, vocalista de Soda Stereo, banda que en ese momento lideraba ese movimiento. Pero lo suyo no era realmente un enamoramiento o capricho adolescente, sino una gran admiración al músico que se escondía detrás de la conocida figura mediática.
Tras terminar el colegio en 1988, intensificó su relación con el modelaje (a los 15 años ya había aparecido en la revista Paula). Y al año siguiente, cuando tenía sólo 17 años, el azar transformaría su sueño en realidad. Durante una conferencia de prensa en Santiago, conocería por fin a Gustavo Cerati, con el cual simpatizó de inmediato. El músico y la modelo no demoraron en intercambiar números de teléfono, lo que fue el primer paso para una incipiente amistad de evidentes ribetes amorosos.
Cerati, que siempre tenía una corte de bellas chicas tras él dispuestas a todo, hacía dos años se había separado de su primera mujer, la diseñadora argentina Belén Edwards. Pero ahora el argentino estaba libre de compromisos, lo que facilitó que quedara prendado del encanto, belleza y espontaneidad de la joven modelo chilena, a quien incluso comenzaría a mandarle significativas cartas de amor.
Una de las misivas, que después se transformó en la letra de una canción de Soda Stereo, decía lo siguiente:
“Esa carta me la mandó Gustavo por correo desde Buenos Aires a Santiago. Además traía unos dibujos muy lindos, como a la antigua, que él acostumbraba dibujar”, contó la misma Cecilia Amenábar años después.
Matrimonio ondero
El romance de la pareja no fue pasajero y terminó en el altar. Contrajeron matrimonio el 25 de junio de 1993 en la iglesia Los Misioneros de Pedro de Valdivia Norte y el evento culminó con una regada y ondera fiesta en el Club de Polo de Vitacura.
Tras instalarse en un departamento del barrio El Golf, Gustavo Cerati montó en ese inmueble todos sus equipos para componer y tocar el material que incluiría en su primer trabajo musical en solitario.
En noviembre de ese año también nacería Benito, el primer hijo de la pareja, que llegaría con una particular marraqueta bajo el brazo: el disco “Amor amarillo”, el primer disco solista de Cerati inspirado por su apacible momento familiar y su vida en Santiago.
Cecilia Amenábar no sólo colaboró en el coro y tocó el bajo en algunos temas, sino que también apareció en varios videoclips del citado álbum, como “Pulsar” y “Te llevo para que me lleves”, canción donde canta y puede vérsela en un avanzado estado de embarazo de Benito. Curiosamente en esa placa se incluiría el tema “Lisa”, el mismo nombre de la segunda hija de la pareja, quien, al igual que Benito, también nacería en Santiago en 1996.
La pareja, que se radicó primero en Santiago y después en Buenos Aires, se separaría finalmente en 2002. Cecilia se dedicaría después a numerosas actividades, como actriz, fotógrafa y directora de videos, aunque siempre ligada de una u otra forma a su gran pasión: la música: “Cuando estoy en un lugar en el que no me gusta la música me voy, no lo dudo ni un instante. En general trato de elegir lugares en los que sé que voy a estar contenta. Me gustan las fiestas porque son lugares de encuentro. Me acuerdo que con Gustavo nos encontramos en un recital de Mouse on Mars, recién separados, y nos pusimos a bailar en forma totalmente espontánea. La música tiene un poder curativo enorme”, confidenció.
Tras el accidente vascular que afectó a Gustavo Cerati en mayo del 2010 y que lo dejó postrado en estado de coma, Cecilia Amenábar se radicó en Buenos Aires junto a sus hijos, haciendo de madre y padre, y trabajando también ocasionalmente como DJ en fiestas y eventos nocturnos. Lo último que se supo de ella es que producía y animaba algunos programas radiales, tanto en Chile como en Argentina.
Para la “chilena”, como le dicen en Argentina, el accidente de su ex marido fue una carga muy difícil de sobrellevar, pero aún así se sobrepuso, motivada por el apoyo emocional que necesitan sus hijos.
“Desde que Gustavo está en coma, es como que se apagó la mitad de mí, pero todos tenemos la esperanza de que algún día despierte de su estado. Ahora he estado completamente dedicada a darle soporte emocional a mis hijos. Apenas he hecho de DJ en un par de ocasiones, ya que no tengo la energía ni el ánimo de divertir a otra gente, pero ha llegado el momento de cambiar de piel para rehacer nuestras vidas. Benito y Lisa, que causan curiosidad en todos lados porque son Cerati y Gustavo es un ídolo, ahora son mi principal preocupación”, declaró antes de conocerse el deceso del cantautor, ocurrido el 4 de septiembre de 2014.
“Te llevo para que me lleves”
Entrevista de Cecilia Amenábar a Soda Stereo
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