Metallica: Los excesos etílicos que le dieron a la banda un incómodo apodo
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- Jorge Fuentes
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La historia de Metallica, una de las cuatro bandas capitales del Thrash Metal de los años 80’, está indisolublemente ligada al consumo desaforado de alcohol. En 1985, de hecho, durante la gira de promoción del álbum “Ride The Lightning”, la banda integrada por los guitarristas James Hetfield y Kirk Hammet, el bajista Cliff Burton y el baterista Lars Ulrich, comenzarían a ser conocidos como “Alcohólica”, debido a sus escandalosos excesos derivados de la ingesta de alcohol.
El apodo “Alcohólica” no podía ser más apropiado, sobre todo tomando en cuenta las numerosas historias de desmadres relacionados con el consumo desaforado de alcohol, que se registraron en los inicios mismos de su carrera.
El dueño de la discográfica Megaforce Records, Jonny Zazula, recuerda que cuando firmó con Metallica su primer contrato, la banda metió sus cosas en un camión de mudanza y condujeron desde California hasta Nueva Jersey, pero cuando llegaron allí no tenían dinero ni un sitio donde quedarse, por lo que Zazula les ofreció su casa para que se alojaran allí, aunque pronto se daría cuenta del error garrafal que había cometido.
“Desde el primer minuto que estuvieron en mi casa vaciaron el mueble bar. Se lo bebieron todo sin usar ni un vaso. Estaban completamente borrachos y Dave Mustaine (primer guitarrista de la banda) vomitaba por todas partes. Se quedaron un tiempo conmigo y mi mujer Marsha, pero cuando la cosa no funcionó, les buscamos un nuevo sitio para dormir””, recordaría Zazula en el libro “Louder Than Hell: The Definitive Oral History of Metal.”
Durante una gira con el grupo W.A.S.P. por los Estados Unidos, en un concierto en Milwaukee, los cuatro miembros de Metallica y algunos de sus amigos estaban todos apretados en un camerino diminuto. Y como hacía tanto frío, empezaron a beber para calentarse un poco. Después se fueron al hotel y compraron toda la cerveza que pudieron encontrar. “en aquellos tiempos, si teníamos cinco dólares, todo iba para cerveza. Nadie cenaba hasta que no encontráramos un sitio que vendiera dos perritos calientes por un dólar o algo así. De noche no existía la comida. Sólo la cerveza”, rememora el fotógrafo Gene Ambo, uno de los amigos de la banda.
James Hetfield, cantante y guitarrista de Metallica, recordaría que en una ocasión se fueron de farra con el bajista del grupo Armored Saint, Joey Vera: “Estábamos bebiendo mucho y tirando botellas por la ventana de la habitación del hotel. Se rompían y hacían un ruido divertido. Pero pronto nos aburrimos y tiré también la chaqueta de cuero de Joey, que aterrizó en la piscina. Así que bajamos por ella pero al volver a subir, nos quedamos atrapados en el ascensor durante media hora. Cuando por fin salimos en el décimo piso, yo estaba súper cabreado así que cogí un extintor y empecé a rociar a la gente con él”.
En el libro “Metallica Unbound: The Unofficial Biography” se cuenta que en 1985 los cuatro integrantes de Metallica fueron invitados a tocar en el Green Festival celebrado en el Oakland Coliseum, junto al grupo Scorpions y otras bandas. En esa ocasión, tras el concierto, estaban tan borrachos que empezaron a lanzar fruta contra una rejilla de ventilación que había en su caravana. Cuando solo quedaban paltas o aguacates, éstos se quedaron atascados en la rejilla, así que se pusieron a golpearlos con bates de béisbol, por lo que terminaron reventando la caravana por completo.
La última noche del tour de Metallica por Inglaterra en 1986, junto al grupo Anthrax, tuvo lugar en el mítico Hammersmith Odeon londinense y, tras el concierto, su casa discográfica europea, Music For Nations, les organizó una fiesta en el Hotel Forum. Según recuerda el guitarrista de Anthrax Scott Ian, “estábamos a tope de adrenalina y de cerveza y con el mismo raciocinio que niños de guardería. Así que Cliff (Burton, bajista de Metallica) y yo terminamos en la lavandería, nos bajamos la cremallera y nos pusimos a mear encima de toda la ropa limpia. Luego llegaron Kirk, James… en un momento dado éramos un círculo de tíos meando allí. Hasta hicimos un estúpido pacto metalero: Headbanging bros forever!”.
Las juergas de Metallica se hicieron tan míticas que, cuando sus fans les apodaron “Alcoholica”, ellos se hicieron camisetas con este sobrenombre. “Destrozábamos camerinos porque era lo que se esperaba de nosotros. Luego te llegaba la factura. Al acabar la gira no teníamos dinero porque lo habíamos gastado en reponer los muebles. Una vez un colega y yo nos empeñamos en meter el catering por la rejilla de ventilación de mi tráiler y, como no cabía, decidimos hacer boquetes. Acabamos destrozando el tráiler. El promotor nos dijo que había tenido la misma conversación con Sid Vicious y Keith Moon y yo pensé que eso era muy cool. Pero luego recordé que ambos están muertos, así que quizá no eran tan cool. Estaba claro que tenía que solucionar mis mierdas”, confesaría James Hetfield, cantante, compositor y guitarrista de Metallica.
Tras el éxito mundial en 1991 del “Black Album”, el quinto álbum de Metallica, los cuatro integrantes del grupo pasarían de destrozar habitaciones de moteles de carretera a destrozar suites de hoteles de cinco estrellas.
James Hetfield recordaría que “hubo una época en la que tenía que beberme una botella de vodka para pasármelo bien y luego media de Jägermeister. Al principio, beber me ayudaba a olvidarme de mi vida en casa, después empezó a ser divertido. Gracias al alcohol tocábamos más y más rápido, no sabíamos qué tal sonaba pero nos sentíamos bien. Pero el Jägermeister casi me mata, me devoró las tripas. Llegué a organizar mi agenda en torno a mis resacas. Si los Misfits, una de mis bandas favoritas, tocaban un viernes, iba a verlos, me iba de juerga con ellos y no hacía planes hasta el domingo. Tengo muchos días perdidos, empecé a ir a terapia a finales de los años noventa y descubrí mucha oscuridad dentro de mí. Estuve un año sin beber, pero no conseguía reírme o pasármelo bien; me di cuenta de que beber alcohol era parte de mí. Cuando en 2001 me preguntaron si había asistido a reuniones de Alcohólicos Anónimos, dije que no me consideraba un alcohólico. Pero, claro, todos los alcohólicos dicen que no lo son”.
El mismo James Hetfield cuenta que cuando Cliff Burton, el primer bajista de Metallica, murió en 1986 en un accidente durante una gira del grupo por Suecia (Hetfield fue el que descubrió su cadáver sepultado por el autobús de la banda), asistió a su funeral, pero, debido a su estricta formación religiosa, en ningún momento comprendió ni asimiló el duelo por su mejor amigo. “Así que solo bebí más. Bebí hasta que el dolor se fue”.
Hetfield relata que “sobre el escenario estaba alegre, como un payaso, pero al bajar quería destrozarlo todo y hacer daño a los demás. Me metía en peleas, a veces con Lars (Ulrich, el cofundador de la banda) para liberar mi resentimiento tirándole cosas. Él quiere ser el centro de atención todo el tiempo y eso me molesta porque yo también. Él lo consigue cayéndole bien a la gente, yo les intimido para que me respeten. Todo está relacionado con mi necesidad de demostrarme mi virilidad a mí mismo. Todas las cosas que mi padre no me enseñó y ahora hago por mi cuenta, como reparar coches, cazar o sobrevivir”.
Hetfield, quien el año 2019 recayó en el consumo de alcohol, por lo que debió ingresar de nuevo a una clínica de desintoxicación, relata que su relación con el alcohol comenzó en su juventud, cuando era muy tímido y tenía tendencia a aislarse producto de sus problemas familiares, cuando debió lamentar el alejamiento de su padre y la muerte de su madre cuando él tenía 16 años de edad.
“Era muy hermético. No confiaba en el mundo en absoluto por lo que había sucedido cuando era niño. Así que beber me ayudó un poco con eso, pero al final fue peor. Cavaría un hoyo más profundo para mí”.
Kirk Hammett, guitarrista de Metallica, también recordaría sus traumáticas experiencias con el alcohol, que hoy lo obligaron a dejar de beber para siempre.
“Me gustaría haber dejado de beber hace 10 o 15 años, estoy a punto de alcanzar los seis años de sobriedad, sin una gota de alcohol y lo estoy disfrutando mucho. No me entiendas mal, realmente disfruté de irme de fiesta como un lunático alcohólico, pero, después, todo se volvió contra mí. Cada vez que me tomaba algo, comenzó a hacerme daño en lugar de divertirme. Eso es lo que pasa con el alcohol, si no tienes cuidado y pasa algo, podría volverse contra ti y, lo siguiente que sabes, es que estás tocando fondo en lugar de en lo más alto”.
Hammet agregó que “durante varias jodidas décadas, salía después de un show y me iba de fiesta toda la noche. Volvía a mi hotel, tocaba la guitarra en mi cuarto durante dos o tres horas y no recordaba nada al día siguiente. Cogía la grabadora y pensaba: ‘¿Qué mierda es esta basura?’. Hice eso durante décadas. Paré de beber y ahora puedo volver a mi cuarto, tocar la guitarra y acordarme de todo. Puedo continuar mi trabajo donde lo dejé la noche anterior. Aún siento que estoy creciendo como músico y me gusta tener la mente clara y una fuerte relación con mi instrumento y la música. Desearía haber llegado a este punto de mi vida antes. Pero bueno, todo pasa por una razón”.
El baterista Lars Ulrich, en una entrevista concedida al diario británico ‘The Mirror’, reconocería que “en aquellos tiempos yo me emborrachaba mucho antes que los demás, pero me di cuenta de que con un poco de cocaína podía aguantar mucho más. Me gustaba el elemento social de la cocaína, el peligro que representaba. Pero hace 10 años leí una entrevista con Noel Gallagher, en la que decía que ‘Acabo de dejar la cocaína’. Y pensé que eso estaba muy bien. Parecía muy honesto, muy puro. Me gustó verle decir eso. Yo nunca he tenido una personalidad adictiva así que un día me levanté y dije ‘basta’”. No nos hemos convertido en curas, pero ahora podemos rockear al nivel de los mejores; simplemente es que ahora somos más selectivos”.
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