La Reina Isabel II de Inglaterra, fallecida el 8 de septiembre del 2022 a los 96 años de edad, vivió muchas experiencias bizarras en su vida, aunque ninguna se compara a la que le sucedió a las 07.15 hrs. de la mañana del 9 de julio de 1982, cuando despertó con un hombre desconocido y ensangrentado a los pies de su cama, en las mismísimas habitaciones reales del custodiado Palacio de Buckingham.

El intruso había sido Michael Fagan, un pintor y decorador desempleado de 32 años que padecía esquizofrenia, y que reveló que el incidente del 9 de julio de 1982 era la segunda vez que entraba subrepticiamente al palacio real, pues ya lo había hecho tres semanas antes.

Según una entrevista que concedió al periódico británico Daily Mirror, en su primer intento Michael Fagan logró trepar por una tubería de desagüe y entrar al palacio de Buckingham a través de una ventana abierta en el techo. Cuando ingresó al interior, pasó 30 minutos deambulando como si fuera un turista, pues las alarmas, al parecer, estaban estropeadas y no saltaron. Fagan Se dio tiempo para contemplar los cuadros y retratos reales, descansó un momento en el trono y luego se dirigió al salón de banquetes, donde se bebió media botella de vino blanco acompañado de unos bocadillos -queso cheddar y galletas- antes de marcharse.

Fagan relataría que entró en la sala de correos donde vio regalos para el recién nacido príncipe William: “Entré en la habitación del Príncipe Carlos, tomé el vino del estante y lo bebí. Era vino californiano barato”, comentaría Fagan en otra entrevista concedida al periódico The Independent, agregando que se marchó del palacio real cuando fue visto por una empleada que alertó a seguridad, pero cuando los guardias llegaron al lugar, él ya había desaparecido.

Envalentado por el éxito de su primer intento, el 9 de julio de 1982 Michael Fagan volvió a entrar al Palacio de Buckingham, escalando una pared de cuatro metros de altura y, nuevamente, trepando por una tubería de desagüe. Al parecer, había estado bebiendo whisky toda la noche anterior, y luego se había dedicado a deambular por las oscuras calles de Londres. Había sido dado hace poco de alta de un hospital psiquiátrico en Brixton, a donde había sido enviado luego de cortarse las venas con una botella rota.

Tras entrar por segunda vez al Palacio de Buckingham, Fagan procedió a quitarse los zapatos y los calcetines y a explorar descalzo el lugar. Deambuló por los pasillos buscando afanosamente a la reina Isabel II, cuando se lastimó la mano con un cenicero de cristal que le produjo un corte, por lo que fue dejando una estela de sangre por el camino. Más adelante, los platos de comida para perros situados junto a una habitación dieron entender a Fagan que estaba frente al aposento real. Se cuenta que antes de entrar a la habitación de la Reina de Inglaterra se permitió el lujo de saludar con un cortés “buenos días” a una camarera que pasó por allí y que no se percató de la rareza del intruso.

La soberana de Inglaterra se despertó cuando Michael Fagan abrió una cortina y se sentó en la esquina de su cama. La Reina estaba obviamente estupefacta y no podía salir de su asombro al ver a aquel desconocido sosteniendo un cenicero y con la mano sangrando. Manteniendo la calma, cogió el teléfono y pidió a la operadora que llamase a la policía, la cual tardaría en llegar veinte minutos. También intentó llamar al servicio apretando un botón desde su cómoda, sin que nadie apareciera, pues el incidente había ocurrido en el preciso momento en que el guardia armado que custodiaba la entrada al dormitorio real se encontraba fuera del palacio paseando al perro de la reina.

Isabel II y Michael Fagan estuvieron hablando unos diez minutos, en los que conversaron acerca de los problemas maritales de éste. Fagan, en un momento, le dijo a la Reina que le parecía una coincidencia que tanto él como ella tuvieran justamente cuatro hijos; en dicha conversación, haciendo gala de la característica flema inglesa, la soberana le habría espetado a Fagan la famosa y despreocupada frase: “Señor, creo que se ha equivocado de habitación”. Más tarde Fagan le habría preguntado a la soberana si tenía un cigarrillo que obsequiarle. Finalmente una camarera abrió la puerta y gritó asustada al ver aquel extraño sentado en la cama real. De inmediato salió corriendo y fue a llamar a un empleado de palacio, que en cuanto llegó sometió a la fuerza a Fagan antes de que llegara la policía.

La revista Life publicaría que “el intruso, que más tarde pasaría seis meses en un centro psiquiátrico, dijo después del incidente que había planeado cortarse las venas delante de la reina. ‘No tenía miedo’, dijo después la Reina Isabel. ‘Todo fue muy surrealista’. Simplemente entró, charlamos y se fue sin incidentes, y eso fue todo’ “.

Si bien la mayoría de las publicaciones de la época y la misma serie de televisión “The Crown” relataron que la reina se había mantenido increíblemente tranquila y continuó hablando con Michael Fagan hasta que los agentes de seguridad llegaron, Fagan negó esto y le dijo al periódico Mirror : “¡No! La reina pasó junto a mí y salió corriendo de la habitación; vi sus pequeños pies descalzos corriendo por el suelo”.

Como sea que fuere, Michael Fagan fue detenido pero no fue acusado de allanamiento y los cargos finalmente se retiraron cuando fue internado para someterse a una evaluación psiquiátrica. Lo insólito del caso es que lo que lo metió en problemas legales fue el hecho de que en su primera visita al Palacio de Buckingham se había robado el vino del Príncipe Carlos.

Por otra parte, la entonces primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, se disculpó personalmente con la reina y ordenó inmediatamente tomar medidas para reforzar la seguridad en el Palacio de Buckingham.

Michael Fagan en la actualidad.

Michael Fagan, en los años siguientes, volvería a tener problemas con la ley en diversas ocasiones. Sólo dos años después del caso del Palacio de Buckingham, atacó a un agente de policía en una cafetería de Fishguard, en Gales. Y después sería detenido por tráfico de heroína en 1997 junto a su mujer y uno de sus hijos, condena por la que debió purgar cuatro años en la cárcel.

Su azarosa vida estaría alejada de los focos mediáticos durante años, hasta que la serie “The Crown” volvió a mostrar a las nuevas generaciones el llamado “incidente Fagan”. En la actualidad tiene 70 años, y, debido a la reciente muerte de la reina Isabel II de Inglaterra, su arrebato de locura acaecido en una lejana madrugada de verano de 1982, en la habitación real del Palacio de Buckingham, sigue siendo recordado por muchos.