The Smiths: la banda “indie” más importante de los 80′
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- Jorge Fuentes
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En 1982, en Manchester, Inglaterra, un joven y dotado guitarrista llamado Johnny Marr estaba obsesionado con formar un grupo musical. Pero le faltaba lo principal: un vocalista y un letrista que escribiera las líricas para sus incipientes composiciones musicales.
Por intermedio de algunos conocidos, Marr se enteró de la existencia de Morrissey, un joven no sólo obsesionado con la cultura inglesa y con personajes como Oscar Wilde, Billy Fury, Sandy Shaw y James Dean, sino que además cantaba y escribía poderosas y bellas letras. Morrissey, que tenía fama de ser una persona “de difícil trato” y que había cantado en la banda punk The Nosebleeds, aceptó el ofrecimiento de Marr y juntos llamaron a su banda The Smiths, un nombre tan común y corriente para la época que equivalía a una verdadera declaración de principios.
Con la llegada del baterista Mike Joyce y el bajista Andy Rourke el grupo estuvo completo. En 1983 The Smiths firmó con el sello Rough Trade Records y al año siguiente lanzó su álbum debut homónimo, un trabajo que destacaba por su frescura musical y las polémicas letras de Morrissey. Dos de las canciones (“Reel around the fountain” y “The hand the rock the cradle”), de hecho, abordaba la temática de la pedofilia mientras que otra (“Suffer little children”) ahondaba en los impactantes asesinatos de niños cometidos por una pareja de la ciudad en los páramos de Manchester, en tiempos de la infancia de Morrissey. Morrissey posteriormente incluso llegaría a trabar amistad con Ann West, madre de la asesinada niña Lesley Ann Downey, mencionada en la canción.
La portada de este disco era una foto de la película “Flesh” y, desde entonces, durante toda su carrera la banda se caracterizaría por utilizar imágenes de películas o fotos de estrellas pop en las portadas de sus discos y sencillos.
A fines de 1984 el grupo lanzó al mercado el disco recopilatorio “Hatful of Hollow”, donde se incluían los singles “William, It was really nothing” y “Heaven knows I’m miserable now”, el primer sencillo del grupo en entrar a los primeros 10 puestos de las listas (en esta canción Morrissey dice que “fui feliz en la niebla de una borrachera, pero el cielo sabe que soy un miserable ahora. Busqué un trabajo y lo encontré, pero el cielo sabe que soy un miserable ahora…Lo que ella me pidió al final del día hubiera hecho sonrojar a Calígula…”).
A principios de 1985 el grupo lanzó “Meat is murder”, su segundo disco oficial, más osado musicalmente que el anterior, con riffs de rockabily y algunos toques funk. La canción homónima incluía una apología del vegetarianismo, así como sendas canciones que criticaban los castigos corporales en casas y escuelas públicas. En “Barbarism begin at home”, Morrissey denuncia que “un palo en la cabeza es lo que te dan por preguntar, y un palo en la cabeza es lo que te dan por no haber preguntado”, mientras que en “The Headmaster ritual” arremete contra directores y maestros: “Ogros beligerantes, rigen las escuelas de Manchester, cerdos sin columna, mentes de concreto. Su señoría (el director) lidera la tropa, celoso de la juventud, las mismas bromas de 1962. Me quiero ir a casa, no me quiero quedar…Su señoría te golpea en la rodilla, te da un rodillazo en la ingle, un codazo en la cara. Moretones más grandes que platos de comida. Me quiero ir a casa, no me quiero quedar…”).
El grupo ya había comenzado a generar un amplio culto de seguidores, atraídos por igual por la calidad de la música y las letras de Morrissey. Por lo demás, las radicales opiniones del cantante no dejaban indiferente a nadie y eran la delicia de los tabloides sensacionalistas británicos. Morrissey, por esa época, aseguraba a sus compatriotas que “la única persona que puede resolver la situación política británica es el asesino de Margaret Tatcher”.
Obra maestra
En junio de 1986 The Smiths lanzan “The Queen is dead” (“La reina está muerta”), considerado por la mayoría de los críticos musicales como su obra maestra (en 1989 la revista Spin la ubicó en el primer lugar de la lista “Los mejores álbumes jamás grabados”). La placa, cuya carátula mostraba a un cadavérico Alain Delon, descolla por la belleza sublime de varios temas (“I know it’s over”, “There is a light that never goes out”) y, cómo no, por las letras de Morrissey. En la canción homónima del disco, el cantante se burla del príncipe de Gales y por ese entonces marido de Lady Di, cuando le dice “Querido Carlos, jamás suplicaste aparecer en la portada del “Daily Mail”, pero todavía estás atado al delantal de tu madre…”, mientras que en “Cemetry gates” enarbola una reflexión sobre la poesía y la muerte en un cementerio, en un ajuste de cuentas a todos aquellos que hacen suyas ideas plagiadas a otros con el mayor descaro. En la parte final del tema, Morrissey concluye que “Keats y Yeats (dos poetas ingleses) están de tu parte, pero tú pierdes, porque Wilde está de la mía”.
Morrissey, a esas alturas, ya estaba convertido en todo un personaje en Inglaterra, odiado y amado por igual. La prensa, asombrada que una estrella musical se declarara ferviente partidaria del celibato y en contra de las drogas, no dejaba escapar ninguna ocasión para reproducir sus incendiarias opiniones. El cantante, en todo caso, no dejaba de defenderse. “Debo ser absolutamente honesto. Comprendo que la gente me encuentre imbancable, y acepto eso en un grado irrisorio, porque sé que no soy.. … bueno…no soy una presa fácil del pop. Y eso puede irritar a mucha gente porque quieren que esa música sea bien simple, no quieren problemas ni preocuparse por nada. En suma, no quieren seriedad. Y yo sé que jamás podría incluirme en esa categoría. Pero, en definitiva, lo que siento es que si la gente le dice no a The Smiths, le está diciendo sí a Madonna, y ese es el problema más serio”.
La crítica musical de todo el mundo, incluida la sudamericana, no escatimaba elogios para el grupo. En la revista argentina “Música total”, en una edición de 1986, por ejemplo, se consigna que “entre nosotros, ellos son difíciles de igualar. Muy tranquilamente, ellos están colocando sobre vinilo algunas de las mejores canciones que se han escuchado en años. Canciones que están perfectamente adaptadas a la mentalidad de los 80′ y sin embargo son atemporales. Canciones brutales, abiertas y honestas, sobre amor, sobre sexo, sobre desesperación y sobre esperanza…La canción “This night has oponed my eyes” tiene dos líneas finales (“Y no estoy feliz y no estoy triste”), que bien pueden cristalizar el mensaje de los Smiths, si es que efectivamente tienen uno. Morrissey escribe con una distinción remarcable, que recuerda quizás al viejo Ray Davies de los Kinks, aunque contrariamente a éstos, los Smiths no sondean tan profundamente con el propósito de volver a la superficie. Simplemente: The Smiths no se levantan. Siguen abajo, analizando lo profundamente hundido. El guitarrista se las arregla muy bien, ya que no es demasiado fácil componer música a este tipo de letras: “Y mientras estoy aquí tirado en la cama, pienso acerca de la vida y pienso acerca de la muerte. Y ninguna de las dos me interesa particularmente”.
Después del lanzamiento de dos compilados (“The World won’t listen” y “Louder than bombs”) el grupo lanzó en septiembre de 1987 el que sería su último álbum: “Strangeways, here we come”, cuyo título aludía a la principal cárcel de Manchester (“Strangeways, ahí vamos”). Considerado por los cuatro integrantes del grupo como su álbum favorito, el disco es un sublime canto de cisne, con canciones tan notables como “The death of a disco dancer” y “Paint a vulgar picture”, que contiene el único sólo de guitarra de Johnny Marr en toda la discografía del grupo y donde Morrissey ataca la avaricia de las compañías discográficas, especialmente cuando tienen a un famoso artista recientemente muerto en su catálogo (“En la reunión de la compañía discográfica, en sus manos una estrella muerta, y ¡Oh¡ los planes que tejen, ¡Oh¡ la enfermante codicia…”).
La separación
Diferencias musicales irreconciliables entre Morrissey y Johnny Marr posteriormente significarían el fin definitivo del grupo. Marr odiaba la tendencia de Morrissey de versionar viejas canciones de los 60′, mientras que Morrissey detestaba la idea de que The Smiths se transformara en una superbanda de alcance planetario. “Es verdad, no quería que The Smiths se convirtiera en un enorme, intocable megagrupo”, aseguró por esa época el cantante quien, a partir de ahí, iniciaría una exitosa carrera solista (que lo trajo a nuestro país en tres ocasiones), mientras sus ex compañeros abordaban otros proyectos musicales.
En 1996, el baterista Mike Joyce demandó a Morrissey y Johnny Marr para obtener más del 10 por ciento de las regalías que le correspondían por contrato. La corte falló a su favor, no sin que antes el juez definiera a Morrissey como un sujeto “agresivo y poco confiable”.
Desde el momento de su separación hasta ahora la banda ha recibido millonarias ofertas para volver a juntarse, pero tanto Morrissey como Johnny Marr se han negado de plano. Lo único importante es que su portentoso legado musical, materializado en sólo cinco años, sigue intacto, para la delicia de millones de melómanos en todo el mundo. Los críticos musicales, en tanto, siguen sacándose el sombrero ante el grupo, al que han calificado como “la banda más importante de Rock alternativo que surgió de la escena británica de música independiente en los años ochenta”.
Morrissey, respecto del legado de su grupo, sólo ha dicho que “para mí es suficiente que la gente aunque sea piense en las canciones, sin importar demasiado la conclusión que saque después de escucharlas. Y sé que la gente piensa en las palabras, porque me lo han dicho, y ese es el mayor de los premios. Soy muy afortunado porque sé que mis oyentes no sólo me admiran sino que también me aman, y eso no es algo que suceda muy a menudo en el mundo de la industria musical. Eric Clapton, por ejemplo, es un músico admirado, pero ¿Quién podría amarlo? Su madre, quizás”.
Video The Smiths “Heaven Knows I’m miserable now” (subtitulado)
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