Una de las escenas más recordadas de la taquillera película “Titanic” (1997) ocurre cuando el personaje de Jack Dawson (Leonardo DiCaprio) lleva a su amada Rose (Kate Winslet) con los ojos cerrados a la proa del gigantesco barco y, tras extenderle los brazos, le pide que los abra. Ella queda extasiada, pues aparece parada en la punta misma del Titanic, sin nada más delante suyo que el cielo, la inmensidad del océano Atlántico y el viento golpeándole en la cara, sostenida por la cintura por su amor prohibido, mientras los brazos extendidos de ambos se juntan con la línea del horizonte.

La icónica escena, de 27 segundos de duración, se remata con el primer beso entre los dos protagonistas al son de la melodía de la canción “My Heart Will go on” de Celine Dion (que ganaría un premio Oscar a la Mejor canción original), terminando con un tono de color blancuzco del fondo marino que da la sensación de una imagen fosilizada en el tiempo. Posteriormente, poco a poco los personajes se van difuminando para terminar en una imagen fija fruto de la mente de Rose, ya anciana, quien aparece en primer plano observando la estructura del buque.

Esa escena cautivaría a millones de espectadores en todo el mundo debido a su lograda cinematografía y a la combinación de planos cenitales con otros más profundos, más los primeros planos intercalados de los dos jóvenes protagonistas, todo eso aderezado con la música, el fondo del mar y el cielo con los tenues colores del atardecer, que dio a la secuencia connotaciones de movimiento, sentimientos y eternidad.

Sin embargo, graficando que el mundo del cine a veces no es más que pura ilusión, en realidad la famosa escena se rodó en un plató interior, usando posteriormente retoques digitales, tal como evidencia la siguiente fotografía captada detrás de las cámaras, donde aparecen Leo DiCaprio y Kate Winslet parados en una proa de utilería, en una imagen que seguramente desilusionará a muchos: