• Maggie Sierralta, ex Guía de Manualidades y Artesanía
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Foto: El Mercurio

Los regalos hechos a mano tienen un valor agregado que no encontraremos en ninguna cosa comprada en una tienda.

En este mundo que crece a pasos agigantados en lo que se refiere a avances electrónicos y cibernéticos se produce una paradoja: cada vez estamos más uniformados. Las pequeñas tiendas han sido absorbidas por las cadenas locales o internacionales y la globalización tiene como pilar fundamental la elaboración de objetos en serie. La decoración de nuestra casa, la ropa y accesorios que usamos, todo se fabrica en grandes cantidades con bajo costo de mano de obra, por lo que cuando compramos cualquiera de esos artículos, podemos tener la certeza que existen miles más que son iguales y somos consumidores de productos en serie.

Si vemos más allá, podemos observar los efectos nocivos que la producción masiva produce en el medioambiente, siendo una de las principales causas del calentamiento global y la contaminación de los elementos vitales de nuestro planeta.

Si compramos productos hechos a mano estamos:

Foto: El Mercurio

Al crear nosotros mismos los regalos nos aseguramos que estamos regalando algo “exclusivo”.

-         Siendo originales y personales en nuestra elección, teniendo la certeza que aquello que compramos ha sido elaborado en forma individual.

-         Apoyamos al artista o artesano que lo elaboró contribuyendo al crecimiento de los pequeños empresarios.

-         El que lo recibe aprecia algo elaborado con dedicación y que es una pieza única en su género, eso no se puede encontrar en la manufacturación masiva.

-         Nos evitamos la molestia que causa buscar estacionamiento, hacer fila en las cajas para comprar algo que cientos de personas más también tendrán.

Comprando cosas hechas a mano privilegiamos a los artesanos que las fabrican con nuestra preferencia y contribuimos a mantener nuestra cultura y sus raíces manteniendo los lazos con las creaciones humanas.