Uno de los grandes capitales de cualquier país independiente de su acceso a recursos o nivel de desarrollo tecnológico son las mentes brillantes. En muchos casos estas mentes son tan brillantes que son incomprendidas, generando en ellas una abulia y una decepción para intentar acortar esta brecha. Ese, afortunadamente para nuestro país, no es el caso del matemático chileno académico de la Universidad de Santiago, Andrés Navas, a quien tengo el honor y placer de conocer desde hace muchos años.

Su primera obra de divulgación matemática es una refrescante y amena obra titulada “Un Viaje a las Ideas. 33 historias matemáticas asombrosas”. Es un libro con contenido matemático profundo, pero que mi estimado colega ha logrado escribir de manera amena que muestra la gran dedicación y esfuerzo que, me consta, puso en la obra. No es habitual que un matemático activo de gran éxito, en este caso ganador de los premios MCA (2013) y Umalca (2016), por mencionar algunos de sus logros, dedique tanto tiempo a realizar divulgación. En su prólogo deja en claro su motivación y compromiso con la disciplina y su epílogo es un claro reflejo de su trayectoria como matemático.

Como la historia de los 33 mineros rescatados (que inspira el título), nos presenta diversas y fascinantes historias que nos llevan por temas muy locales como el fútbol, la bandera chilena y la vida de Ramón Picarte, que podríamos decir fue el primer científico chileno en temas globales de género, hasta las truncadas carreras de grandes genios femeninos de la matemática como Sophie Germain, Sofía Kovalévskaya y Emmy Noether. Toca, por supuesto, temas más clásicos como la historia griega y la vida del gran “genio pobre hindú”, Ramanujan.

Es un gran aporte para el país difundir historias poco conocidas de nuestra historia científica. Muchas de las historias aparecieron primero en el diario el Mostrador, que fue el inicio de la idea de esta obra. Se unió al grupo de muchos de nosotros, que intentamos aportar desde la disciplina de manera seria, pero accesible para compensar el flaco favor que le hacen a la ciencia charlatanes de dudosa y, a veces, inexistente formación académica sin capacidad de análisis, que son dueños y señores de muchos medios importantes de opinión pública.

Es un libro, y en esto coincido con mi colega, que me habría gustado leer a mis 15 años y que espero mis hijos lo lean pronto. La única crítica posible es que uno queda con gusto a poco y expectante, atentos a la que, esperamos, sea una pronta segunda parte.