Conoce el hospital español donde respetan el hábitat de un recien nacido
Guía de: Maternidad
- María Paz Bravo
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En varios artículos les he comentado sobre la urgencia de respetar la separación cero madre bebé tras el parto. Separación cero tras el parto inmediato para favorecer el vínculo, para fomentar y resguardar la lactancia materna y para favorecer la salud mental perinatal.
No da lo mismo separar a madre y bebé. Hay secuelas graves por separarlos. Comenzando por el estrés (se eleva el cortizol) para madre y bebé, y la ruptura del hábitat natural que espera encontrar un ser humano tras nacer y para su posterior neurodesarrollo.
Mientras en Chile todavía hay mujeres que luchan por conseguir que sus bebés permanezcan en la misma habitación, en Cataluña (España) se inaugura el primer servicio sanitario con camas-cunas para que el bebé recién nacido duerma de forma segura junto a su madre. El equivalente a una cuna colecho que conocemos en Chile. De esta forma, el Hospital del Sant Pau se convierte en el primer hospital catalán en respetar el hábitat natural del recién nacido.
Riesgos de separara a un recién nacido de su madre:
La naturaleza ha provisto que nada más nacer, madre y bebé permanezcan juntos. Y no solo por supervivencia (lactancia, disminuir el estrés del parto, interacción de madre y bebé más duradera), sino que para asegurarse que nosotras las madres queramos permanecer muy cerca de nuestros bebés durante los primeros meses de su vida (como mínimo). Así lo aprendía hace varios años de la mano de Ibone Olza, siquiatra perinatal española, quien en sus clases de salud mental perinatal nos explicó cómo el parto es un momento irrepetible e irreproductible desde el punto de vista neuroquímico. Y lo que ahí ocurre tiene un impacto y una huella en nosotros.
La duración de la separación de madre y bebé y el consuelo que se ofrezca al bebé tiene un impacto en las secuelas que pueda generar, como explica Ibone en esta entrevista. La separación es un estrés importante, que eleva el cortisol. Si estas separaciones se repiten o son muy largas, ese cortisol podría dañar el cerebro con posteriores secuelas, “especialmente si los que cuidan al bebé en ausencia de la madre no atienden su llanto”, dice la profesional.
Tenemos una vida hacer las cosas mejor. Tenemos una vida para reparar las secuelas de ciertas prácticas o vivencias que vamos experiemntando o que experimentan nuetros hijos. Eso es sin dudas esperanzador. Sin embargo, como dice Ibone “sabemos que los dos primeros años de vida son muy importantes, los primeros meses aún más, y las dos primeras horas de vida son críticas”. Yo soy de la idea de prevenir antes que curar, especialmente cuando ese prevenir está en nuestras manos.
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