“Es la degradación continua de los ecosistemas de las zonas secas debido a las actividades humanas, como la sobreexplotación de la tierra, la minería, el sobrepastoreo y la tala indiscriminada, y al cambio climático”.

Así define las Naciones Unidas la desertificación, un problema y preocupación que va cada vez creciendo más en América, siendo uno de los retos medioambientales más significativos en estos años.

De hecho, este 17 de junio se celebra el Día de la Lucha contra la Desertificación y Sequía. Esta situación climática es dramática para la biodiversidad, los ecosistemas y la sostenibilidad.

Otros factores que tienen directa influencia en esta complicación ambiental son el viento y el agua según la entidad internacional, dado que arrastran la capa de la superficie en suelos considerados fértiles.

Según el sitio web de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, “a cada segundo se degrada un área de tierras sanas equivalente a cuatro campos de fútbol, lo que suma 100 millones de hectáreas cada año”.

¿Qué medidas se están tomando para combatirla? reforestación y regeneración de especies de árboles, una mejor gestión del agua disponible, junto a un adecuado mantenimiento del suelo.

Yendo al caso puntual de Chile, en base a los datos proporcionados por la Corporación Nacional Forestal (Conaf), un 23% del territorio nacional se encuentra en riesgo alto de desertificación.

Vale remarcar, además, que el año pasado el Ministerio de Obras Públicas anunció la licitación de una desaladora multipropósito, la que va a beneficiar a más de 500 mil personas en La Serena, Coquimbo y Ovalle, la que tiene una capacidad de más de mil litros por segundo.