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Las #Ladies, el nuevo fenómeno de denuncia que remece a México

Son las nuevas perjudicadas ante de la “cruzada justiciera” que ha comenzado a instalarse en un país harto de la endémica corrupción y abusos de autoridad.
#Ladies

Foto: Internet

Azalia, una de las #Ladiesdepolanco

Primero fueron las #Ladiesdepolanco. Luego llegó el turno de #Ladyprofeco. Después, las #LadiesdelaRoma. Y el nuevo escándalo que azota México es el de #Ladysenadora.

¿Por qué en poco tiempo comenzó a aparecer un hashtag como este? ¿Qué tienen en común todos estos casos? La respuesta es simple: la prepotencia y los intentos de abuso de autoridad ante las supuestas relaciones con gente influyente que tienen sus protagonistas. Y ante ello, dicen muchas voces, México está despertando.

Veamos.

El primer caso, las ladies que inauguraron este nuevo concepto en la terminología mexicana, ocurrió en agosto de 2011. Se trató de dos conductoras ebrias que con total suficiencia insultaron a un policía que intentó cursarles una infracción en el barrio de Polanco, de Ciudad de México.

Las delicadas señoritas apodadas #Ladiesdepolanco se burlaron de un elemento, lo amenazaron lo empujaron y se fueron. La indignación de los mexicanos llegó a límites insospechados cuando las imágenes mostraron que los policías, confusos, las dejaron ir.

La historia terminó mal para ellas. Laura Rodríguez falleció a causa de las heridas recibidas, Alfa 3 jamás llegó al rescate y los policías, esta vez con buen tino, las llevaron a la cárcel. A los pocos días trascendió que Dalia Ortega era una conocida delincuente de la Ciudad de México. Hoy, acusada de homicidio culposo, espera su sentencia.

Pero el caso más emblemático fue #Ladyprofeco. Se trató de la hija del titular de la Procuraduría Federal de protección al Comsumidor (Profeco), organismo encargado de velar por los derechos de los consumidores a la manera del Sernac chileno.

El 26 de abril de este año Andrea Benítez llegó al restaurante Máximo Bistrot sin reservación y pidió una mesa. Como el local estaba lleno, le dijeron que esperara. Fue demasiado para su delicada constitución.

La chica, recordando a papi, llamó a dos elementos de Profeco. Estos, solícitamente y sin explicación por tratarse de la consentida del jefe, clausuraron el local. Al día siguiente el caso reventó en las redes sociales y en la prensa de todo el país.

La historia tampoco acabó bien. Andrea Benítez resultó totalmente desahuciada ante la opinión pública, y su padre Humberto Benítez debió salir a dar disculpas públicas por la torpeza de su hija. El procurador aseguró que él no se había enterado del asunto, que los empleados que acompañaron a Andrea a clausurar el Máximo Bistrot actuaron mal, que el hecho no se volvería a repetir y que no pensaba renunciar.

No bastó: 19 días después del escándalo, sin margen de maniobra ante la presión insostenible de la prensa y de todo el país, el presidente Enrique Peña Nieto le pidió la renuncia. Y la encantadora  #Ladyprofeco ha preferido, por fortuna para todos, cerrar la boca.

Finalmente, el 29 de mayo, ocurrió el caso de #Ladysenadora. Se trató de Luz María Beristain, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD). La honorable no resistió que una operaria de una aerolínea mexicana le impidiera el acceso al vuelo por haber llegado tarde.

El tema con #Ladysenadora aún no acaba. Al momento de este reporte, Beristain ofreció disculpas públicas y aseguró que el maltrato lo inició la empleada de VivaAerobús. Su condición de legisladora impide proceder legalmente contra ella.

Pero, ¿qué sucede en México que desde hace un tiempo las redes sociales revientan ante este tipo de casos? Una explicación incompleta y aventurada permite dar pequeñas luces sobre el tema.

Los expertos en el tema indican que en un país harto de los endémicos abusos de autoridad, corrupción e impunidad que permea a toda la clase política, empresarial, sindical, judicial, policíaca y administrativa nacional, el acceso a los medios de comunicación sin censura como las redes sociales han logrado canalizar el descontento.

El asunto no es nuevo. Los historiadores recuerdan que en Túnez, Egipto, Libia y varias otras zonas del mundo árabe en 2011 las explosiones populares encontraron eco y organización en los distintos grupos formados especialmente en Facebook y Twitter. Los problemas han existido siempre, dicen, pero ahora hay manera de difundirlos y buscar soluciones colectivas.

En México el asunto es similar. Los mexicanos siempre se han manifestado frontalmente, a veces con cierta agresividad, en las calles, pero ahora el contacto permanente a través de internet les permite dotar a sus asociaciones de un marco teórico, una organización y una posibilidad de difusión que antes no tenían. Y la prensa, históricamente servil a los intereses de los sectores más poderosos, hoy se ha visto obligada a dedicar gran parte de su cobertura a los efectos del malestar ciudadano.

México está despertando. Y las #Ladies están más vigiladas que nunca.

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