El genial detalle anatómico del Moisés de Miguel Ángel que asombra a los expertos

El artista del Renacimiento esculpió un minúsculo músculo que se contrae cuando levantamos el dedo meñique.

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El Moisés, obra de Miguel Ángel Buonarroti, es una escultura de 2,35 metros de altura realizada en un único bloque de mármol de Carrara cuando el genial artista del Renacimiento tenía 38 años. Iniciada en 1513, concluida en 1515 y transformada en su vejez por el escultor italiano en 1542, esta escultura es la figura central de la tumba monumental del papa Julio II en la basílica de San Pietro in Vincoli de Roma.

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La escultura representa al Moisés bíblico en el libro del Éxodo y lo retrata en el momento en que desciende del monte Sinaí con la tabla de los diez mandamientos, cuando el patriarca bíblico se encuentra con los desagradecidos israelitas adorando a un becerro de oro.

La leyenda relata que cuando Miguel Ángel realizaba los últimos acabados de su famosa escultura, se sintió tan abrumado y sorprendido por el realismo de su obra que la golpeó en la rodilla con el martillo, mientras le preguntaba: “¿Por qué no hablas?”.

Esta genial escultura, además del detalle de los dos curiosos cuernos que aparecen en la cabeza de Moisés, esconde un detalle que pasa totalmente desapercibido a simple vista, pero que ilustra a la perfección la obsesión por los detalles del genial artista que fue Miguel Ángel.

En los brazos, los seres humanos tenemos un pequeño músculo que sólo se contrae cuando levantamos el dedo meñique, pero de cualquier otra forma es casi invisible. El Moisés de Miguel Ángel está alzando su dedo meñique, así que ese pequeño músculo se destaca levemente y se mantiene contraído en la escultura, verdadera obra maestra de la historia del arte.

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