Judas Iscariote: ¿Cómo murió realmente el discípulo que traicionó y entregó a Jesús?
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- Héctor Fuentes
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Uno de los personajes más odiados y controvertidos de los Santos Evangelios es, sin duda, Judas Iscariote, el apóstol que traicionó y entregó a Jesús de Nazaret al Sanedrín a cambio de 30 monedas de plata. Según la Biblia, fue uno de los 12 apóstoles que fueron elegidos por el propio Nazareno, formando parte del círculo cercano del hijo de Dios.
El Evangelio de Juan relata que Judas era el tesorero del grupo, cargo que le permitía apropiarse del oro destinado a los pobres (Juan 12:6). Hoy, el nombre de Judas está relacionado con la felonía, codicia, engaño y falsedad, y su representación respectiva ha cobrado tal popularidad que en muchos países del mundo se queman muñecos con su efigie en ciertas festividades religiosas.
Según relatan los cuatro evangelios canónicos, Judas guió a los guardias que arrestaron a Jesús hasta el Jardín de los Olivos, un lugar ubicado en las afueras de Jerusalén donde Cristo acostumbraba orar. Una vez que encontró a Jesús, Judas les indicó a los guardias quién era besándole (Marcos 14:43-46). Por su traición fue recompensado con treinta piezas de plata (Mateo 26:15).
Tras su pérfida traición, que significó el calvario y la muerte de Jesús en la cruz, Judas (que provenía de Kariot, pueblo ubicado al sur de Judea), atormentado por la culpa, se quitó la vida ahorcándose, aunque otros relatos hablan de que se habría arrojado a un precipicio.
¿Cómo murió realmente el traidor más conocido de la historia? La Biblia, por lo menos, relata que Judas, arrepentido de sus actos, intentó devolver las monedas a los sacerdotes que se las habían dado, y al no aceptarlas estos, las arrojó en el templo.
Luego, desesperado ante la magnitud de su traición, se suicidó ahorcándose (Mateo 27:5) en un árbol (abril de 29–33), que según la tradición habría sido un Cercis Siliquastrum o ciclamor, árbol también conocido como árbol del amor, debido a la forma de corazón de sus hojas.
Por otro lado, el libro de los Hechos de los Apóstoles, relatado desde el punto de vista de Pedro, hace mención a que con las monedas Judas compró un campo, y en la soledad, “se tiró de cabeza, su cuerpo se reventó y se desparramaron sus entrañas” (Hch 1:18). El escenario de su suicidio fue conocido como “Hakeldamá”, que significa “campo de sangre”.
El impactante y recomendable libro “La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo” (que inspiró la cinta “La Pasión de Cristo”), escrito a partir de las revelaciones místicas que recibió la Beata alemana Ana Catalina Emmerick (1774-1824), al contrario de los cuatro evangelios canónicos, detalla con lujo de detalles la trágica muerte de Judas Iscariote después de traicionar y vender a su maestro:
“Entonces la angustia, el remordimiento y la desesperación luchaban en el alma de Judas. Huyó, corrió como un insensato hasta el templo, donde muchos miembros del Consejo se habían reunido después del juicio de Jesús. Se miraron atónitos, y con una risa de desprecio lanzaron una mirada altanera sobre Judas, que, fuera de sí, arrancó de su cintura las treinta piezas, y presentándoselas con la mano derecha, dijo con voz desesperada: ‘Tomad vuestro dinero, con el cual me habéis hecho vender al Justo; tomad vuestro dinero, y dejad a Jesús. Rompo nuestro pacto; he pecado vendiendo la sangre del inocente’. Los sacerdotes le despreciaron; retiraron sus manos del dinero que les presentaba, para no manchársela tocando la recompensa del traidor, y le dijeron: ‘¡Qué nos importa que hayas pecado! Si crees haber vendido la sangre inocente, es negocio tuyo; nosotros sabemos lo que hemos comprado, y lo hallamos digno de muerte!’. Estas palabras dieron a Judas tal rabia y tal desesperación, que estaba como fuera de sí; los cabellos se le erizaron; rasgó el cinturón donde estaban las monedas, las tiró en el templo, y huyó fuera del pueblo.
“Lo vi correr como un insensato en el valle de Hinón. satanás, bajo una forma horrible, estaba a su lado, y le decía al oído, para llevarle a la desesperación, ciertas maldiciones de los Profetas sobre este valle, donde los judíos habían sacrificado sus hijos a los ídolos. Parecía que todas sus palabras lo designaban, como por ejemplo: ‘Saldrán y verán los cadáveres de los que han pecado contra mí, cuyos gusanos no morirán, cuyo fuego no se apagará’. Después repetía a sus oídos: ‘Caín ¿Dónde está tu hermano Abel? ¿Qué has hecho? Su sangre me grita: eres maldito sobre la tierra, estás errante y fugitivo’. Cuando llegó al torrente de Cedrón, y vio el monte de los Olivos, empezó a temblar, volvió los ojos y oyó de nuevo estas palabras: ‘Amigo mío, ¿Qué vienes a hacer? ¡Judas, tú vendes al Hijo del Hombre con un beso!’ “.
“Penetrado de horror hasta el fondo de su alma, Judas llegó al pie de la montaña de los Escándalos, a un lugar pantanoso, lleno de escombros y de inmundicias. El ruido de la ciudad llegaba de cuando en cuando a sus oídos con más fuerza, y satanás le decía: ‘Ahora le llevan a la muerte; tú le has vendido; ¿Sabes tú lo que hay en la ley? El que vendiere un alma entre sus hermanos los hijos de Israel, y recibiere el precio, debe ser castigado con la muerte. ¡Acaba contigo, miserable, acaba!’. Entonces Judas, desesperado, tomó su cinturón y se colgó de un árbol que crecía en un bajo y que tenía muchas ramas. Cuando se hubo ahorcado, su cuerpo reventó, y sus entrañas se esparcieron por el suelo”.
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