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¿Cómo es la vida de las mujeres en China?

¿Cuán lejos está China? A 30 horas en avión y a un instante de desearlo. Misteriosa y exótica para lo que estamos acostumbrados, saber cómo funcionan en ese país es vital para comprender el futuro del mundo.

Sola y sin tener claro con lo que me iba a encontrar, me embarqué en un proyecto de 10 días intensos de trabajo, pero con algunas horas dedicadas a descubrir los rincones imperdibles de Beijing, capital de China.

Mi primera impresión: la grandeza de sus construcciones; la enormidad de los espacios, de los edificios, de las avenidas de esa ciudad atochada de autos que daban cuenta de una metrópolis en crecimiento, dejando de lado las fantasías de la China antigua, donde las bicicletas eran las reinas de las ciudad. De una grandeza y una belleza que asombra, crea contradicciones entre lo que alguna vez fue y lo que es actualmente.

Es uno de los lugares más seguros para vivir y para visitar, especialmente para mujeres que se aventuran en una ciudad tan lejana. Eso sí, hay que tener mucha paciencia, especialmente con los taxistas que, generalmente, no tienen idea de cómo llegar a un lugar; por eso el papelito con las instrucciones en chino es fundamental al momento de querer movilizarse.

Mujer en China

Foto: Gentzane Aresti

La vida de la mujer en China.

Visitar los lugares turísticos como la Gran Muralla, el Palacio del Cielo, el Palacio de Verano, la Plaza de Tian’anmen y por su puesto comprar en los mercados/malls, son una experiencia que hay que vivenciar alguna vez en la vida. Pero tener la oportunidad de mezclarse en las calles y ser parte de uno de ellos, es la mejor sensación que un viajero puede tener en su paso por China.

En las calles está la historia y la sabiduría reflejada en las caras de sus ancianos, que aún visten como hace 40 años atrás, en contraste con la modernidad de los jóvenes  que con sus atuendos de marca, llaman a seguir  las últimas tendencias de la moda y las mujeres lo hacen notar.

Ellas le dan el toque “Yin” a esas tierras lideradas por los hombres, pero a diferencia de otros países de oriente, son consideradas y respetadas en todos los niveles sociales y estratos de poder; existe una competencia de igual a igual en el mundo profesional, por ello la educación es uno de los pilares fundamentales en una sociedad, donde diferenciarse entre los más de mil millones es una de las metas de los jóvenes que nacen en medio de la globalización. Por ello todos y especialmente las mujeres, tienen que ser “buenas” en todos los ámbitos: música, deportes, profesión, idiomas y por su puesto en la vida como madre y esposa.

Aunque todas estas exigencias son parte de una mujer china, existe un factor determinante en sus vidas, que parece impensable en una sociedad como la nuestra: casarse. El matrimonio es una exigencia que pone presión a las mujeres veinteañeras  de ese país, tanto así que es causal de renuncia en el caso de que a los 26 años el trabajo no les haya permitido encontrar un marido.

Se imaginan llegar donde el jefe y decirle “renuncio, porque aquí nunca encontraré con quien casarme”, nos mirarían con cara de loca y probablemente se reirían en nuestra cara, pero allá es de tal importancia que pensar en ser soltera,  sería como llevar la letra escarlata en la frente.

Se casan por amor, pero si se casan a más tardar a los 28 años ya son consideradas “viejas” para contraer el sagrado vínculo. Y para sumarle un grado de dificultad además del casorio, antes de los 30 años, las que son profesionales, deberían haberse graduado de un magíster o incluso del segundo.

¿En qué minuto lo hacen? Parece que todo está en la disciplina y en eso ellos son los reyes. El orden y tener claro cuáles son las prioridades en la vida, es lo que saben desde que son niños, donde la educación de los padres es fundamental, tanto como la influencia del colegio, pero son las madres quienes llevan la batuta.

Y si hay algo que debes evitar estando en China, es que una mamá china te regañe. Son peleas de antología que llegan a dar miedo, pero quizás gracias a esa disciplina y al respeto existente por lo más adultos, es que los chinos han llegado donde están; después de todo para poder manejar a mil 300 millones de personas, hay que tener muchas mujeres capaces de poner los límites y dominar a los hijos, que aunque sean únicos, son los que forman parte de la otra mitad de la nueva potencia económica mundial.

A lo mejor no nos haría tan mal un poquito de China en nuestras vidas.

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