Aunque pareciera que hoy existe mayor presencia femenina en todos lo ámbitos de la economía chilena, lo cierto es que ello no significa que las mujeres hayan logrado ganar salarios iguales a los de los hombres.

Según el propio Banco Mundial, esta diferencia en los sueldos es un problema crónico que afecta a una gran parte de la población chilena. De acuerdo a datos de la entidad internacional,  las mujeres  ganan en promedio un 22% menos que los hombres en trabajos similares, una cifra que se ha mantenido prácticamente sin cambios en los últimos años.

El tema es  preocupante y aún no logra ser abordado de la manera correcta . Y es que la diferencia en los sueldos no sólo es un tema que afecte el empoderamiento de las mujeres o su capacidad de autovaloración, tiene también consecuencias prácticas en  la economía del país y para la calidad de vida de millones de chilenas.

En primer lugar, la brecha salarial perpetúa la pobreza y la exclusión social, especialmente para las mujeres que son jefas de hogar o que trabajan en empleos precarios y mal remunerados. Además, limita las oportunidades de desarrollo profesional y la capacidad de ahorro, lo que a su vez afecta la capacidad de las mujeres para planificar su futuro y el de sus familias.

La principal causa de la desigualdad salarial es la discriminación de género en el lugar de trabajo, que se manifiesta de diversas maneras. Por ejemplo, las mujeres a menudo tienen menos oportunidades de ascenso y de acceder a trabajos mejor remunerados, y se les paga menos por el mismo trabajo que realizan los hombres.

También hay desigualdades en la distribución de los trabajos, con las mujeres siendo sobrerrepresentadas en sectores con salarios más bajos, como el cuidado de la salud y la educación. Los especialistas consultados por el Banco Mundial señalan que para abordar este problema, es necesario un enfoque integral que considere tanto la discriminación de género como las desigualdades estructurales en la economía.

Esto podría incluir políticas gubernamentales para aumentar la representación de mujeres en los trabajos mejor remunerados y para promover la igualdad salarial en el sector privado. También se podrían implementar programas de capacitación y desarrollo para mujeres, para ayudarles a adquirir las habilidades y la experiencia necesarias para acceder a trabajos mejor pagados y más gratificantes.