Por primera vez, Chile tiene una Contralora General de la República, y se trata de una mujer que ha llegado a ese puesto a punta de esfuerzo y meritocracia, aunque su historia incluye ciertos episodios polémicos. Basta revisar la trayectoria de Dorothy Aurora Pérez Gutiérrez para entender que su carrera es un ejemplo de perseverancia y dedicación.

Pérez, quien hace unos días fue ratificada por el Senado luego de ser propuesta por el presidente Gabriel Boric, ha recorrido un largo camino. Nació en Santiago en 1976 y proviene de una familia trabajadora de La Araucanía.

Creció en un entorno de clase media y desde joven asumió responsabilidades para contribuir económicamente a su hogar, lo que la llevó a trabajar en una feria durante sus años de estudiante. Se tituló de abogada en la Universidad de Chile en 2004, tras estudiar en el Liceo Miguel de Cervantes y Saavedra, y continuó su formación con estudios de posgrado, obteniendo dos magísteres.

Esta sólida formación le abrió las puertas para iniciar su carrera en la Contraloría General de la República en 2004. En 2007, con tan solo 31 años, fue designada Contralora Regional de Valparaíso, convirtiéndose en la persona más joven en asumir este rol.

Pero no todo ha sido esfuerzo y recompensa; Pérez también ha enfrentado obstáculos en su carrera. Durante la gestión del contralor Ramiro Mendoza, vivió una situación que la llevó a salir temporalmente de la institución para asumir un cargo en el Ministerio de Educación, donde supervisó un equipo de 50 abogados.

Esta experiencia en un entorno diferente, lejos de detenerla, enriqueció su perspectiva sobre la administración pública. Sin embargo, fue en 2016 cuando se produjo uno de los giros más significativos en su carrera: Jorge Bermúdez, recién nombrado contralor, le ofreció regresar a la Contraloría como jefa de gabinete y, poco después, como subcontralora. No obstante, en 2018, la relación entre ambos se deterioró profundamente, y Bermúdez le pidió la renuncia, argumentando una pérdida de confianza.

Pérez, sin embargo, no se dio por vencida. En una medida poco común, presentó un recurso judicial en contra de su despido, y tanto la Corte de Apelaciones como la Corte Suprema fallaron a su favor, obligando a Bermúdez a reincorporarla. Aun así, fue relegada a un rol limitado dentro de la Contraloría, sin acceso a muchas de las funciones y responsabilidades que antes poseía.

Con la salida de Bermúdez, Pérez asumió de forma subrogante el cargo de Contralora y, tras su ratificación por el Senado, se convirtió oficialmente en la primera mujer en liderar la institución. En su nuevo rol, ha declarado un fuerte compromiso con la “prevención y sanción de la corrupción”, un tema que ha sido parte de su enfoque desde el inicio de su gestión interina, cuando implementó medidas de reestructuración en la organización.

Uno de los primeros actos de Pérez en su nuevo cargo, mientras estaba en calidad de subrogante, fue la eliminación de varias jefaturas y la creación de una división especial para investigar y perseguir actos de corrupción en municipios y gobiernos regionales, marcando su estilo de liderazgo y su visión de una Contraloría más efectiva y rigurosa en sus fiscalizaciones.

Con una agenda orientada a la transparencia, Pérez enfrenta el reto de consolidar una Contraloría que garantice la rendición de cuentas y la integridad en el sector público, en tiempos complejos.