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Desde el inicio de su pontificado en 2013, el Papa Francisco ha marcado un antes y un después en la forma en que la Iglesia Católica aborda el rol de las mujeres. Con un liderazgo cercano y una apertura al diálogo, ha impulsado reformas que, aunque limitadas por la doctrina tradicional, han generado un impacto significativo en la participación femenina tanto dentro como fuera de la Iglesia.

Uno de los aspectos más destacados de su visión es su firme condena a la violencia machista y la desigualdad estructural. En una de sus homilías más contundentes, Francisco afirmó: “Herir a una mujer es ultrajar a Dios”, subrayando la sacralidad de la dignidad femenina”. Además, denunció el femicidio, el abuso doméstico y la discriminación laboral, abogando por un reconocimiento pleno del valor del trabajo femenino en todos los ámbitos, no solo en el hogar.

El pontífice enfatizó la necesidad de que las mujeres estén presentes en espacios de toma de decisiones, destacando su capacidad para generar comunidad, cuidado y paz. Este enfoque ha resonado en foros internacionales, donde ha abogado por una sociedad más inclusiva y equitativa.

En el ámbito eclesiástico, Francisco I dió pasos importantes al nombrar a mujeres en cargos de responsabilidad dentro del Vaticano, rompiendo con una tradición histórica. Figuras como Nathalie Becquart, subsecretaria del Sínodo de los Obispos; Raffaella Petrini, secretaria general del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano; y Francesca Di Giovanni, subsecretaria de la Sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, fueron pioneras en ocupar roles clave, marcando un hito en la historia de la Iglesia.

Además, en 2021, el Papa modificó el derecho canónico para permitir que las mujeres desempeñen formalmente los ministerios laicales de lectorado y acolitado, otorgando un respaldo legal y simbólico a su rol litúrgico. También creó comisiones para estudiar el diaconado femenino, aunque sin una decisión definitiva hasta ahora.

Un paso importante en ese sentido lo dió en el Sínodo de la Sinodalidad, organizado por él en octubre de 2023- Ahí marcó un hito histórico al permitir que 54 mujeres, entre religiosas y laicas, tuvieran derecho a voto por primera vez. Este evento, que reunió a 364 miembros con derecho a voto, reflejó el compromiso del pontífice con una Iglesia más inclusiva y participativa.

Sin embargo, estas reformas no lograron cuestionar el modelo clerical ni la exclusión de las mujeres del sacerdocio, lo que limita su acceso a los espacios de toma de decisiones doctrinales.

Maternidad y aborto

La maternidad ha sido un tema recurrente en el discurso del Papa, quien la considera una contribución insustituible a la sociedad. Aunque ha criticado las políticas que penalizan a las mujeres por embarazarse, su énfasis en la maternidad como vocación “natural” ha sido objeto de críticas por invisibilizar otras experiencias femeninas.

En cuanto al aborto, Francisco ha mantenido la postura tradicional de la Iglesia, describiéndolo como “homicidio”. No obstante, ha promovido una aproximación pastoral hacia quienes han vivido esta experiencia, otorgando a todos los sacerdotes la facultad de absolver este pecado durante el Jubileo de la Misericordia en 2015.