La desconocida historia de cómo la princesa Ana, hermana de Carlos III, rompió con los estereotipos reales
Guía de: Mujer
- Alejandra Lizana
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A pesar de parecer una mujer conservadora, dedicada en los últimos años principalmente a acompañar a su madre y a reemplazar en ciertas actividades oficiales, la princesa Ana, quizás sin proponérselo, ha roto diversos estereotipos de lo que se espera de una princesa.
Ella misma lo reconoció en la década de los 80 al confesar en una entrevista “No soy esa idea de princesa de cuento de hadas que la gente tiene en la cabeza”.
Y aunque parece seria y alérgica a los focos, no dudó en reprocharle a la prensa el que la estereotipan “Los hombres pueden parecer más serios, se les permite serlo. Además, a las mujeres tampoco nos dejan ser divertidas”.
¿Es feminista se preguntarán ustedes? La respuesta es no. Ella misma en una entrevista concedida a Vanity Fair cuando se acercaba su cumpleaños 70, reiteró que no se consideraba feminista, sin embargo, destacó que de no haber sido parte de la realeza hubiese preferido se ingeniera.
Su historia amorosa tampoco ha sido menos intensa que la de sus hermanos Andres y Carlos. Precisamente con este último protagonizó uno de los cuadrados amorosos más glamorosos que se hayan conocido.
Siendo muy joven, Ana se habría enamorado de Andrew Parker Bowles, el apellido no es coincidencia, se trata del primer marido de la actual reina consorte, Camila. Además de ser oficial de la marina británica, él era jinete del equipo de Polo del príncipe Carlos. Era el año 70 y Ana habría tenido un intenso romance con Andrew, pero no se pudo casar con él debido a la religión de éste.
Entonces contrajo matrimonio con Mark Phillips, padre de sus dos hijos, Peter y Zara. Sin embargo, no encontraría la estabilidad con él. Al contrario, en 1989 estalló uno de los escándalos más grandes de las casas reales. La prensa publicó unas cartas románticas robadas del despacho de la princesa. El remitente era Timothy Laurence, capitán de fragata de 34 años que por entonces ejercía como caballerizo de la reina. Su matrimonio con Phillips se disolvió a los pocos meses. Luego también se conoció que él habría tenido una aventura extramarital, cuatro años antes de su separación, de la que nació una niña. En tanto que la princesa se casó con el supuesto amante, con quien lleva más de 30 años de matrimonio.
Pero la vida de Ana no se queda en el aspecto romántico. La princesa fue también la primera miembro de la familia real británica en participar en Juegos Olimpicos. Fue en Montreal 1976, a los 26 años, cuando formó parte del equipo de equitación, el cual terminó en novena posición. Y si bien no obtuvo medalla, su hija Zara Tindall si la logró. La nieta de Isabel II fue parte del equipo de equitación en los juegos Olímpicos de 2012, cuando el país obtuvo la medalla de plata.
Además, la princesa Ana siguió involucrada en el deporte pues para los Juegos de Londres 2012 fue parte de la organización y también estuvo en Río en 2016 con el equipo británico de jinetes, pero como presidenta de la Asociación Olímpica Británica.
La princesa también protagonizó uno de los momentos más dramáticos de la década de los setenta en Inglaterra. Se trata de un intento de secuestro, que gracias al temple demostrado por ella no fructificó.
Un hombre llamado Ian Ball, enfermo de esquizofrenia, paró el automóvil en el que Ana viajaba junto a Phillips y el resto de su equipo. Ball, que había trazado un plan para secuestrar a la hija de Isabel II y pedir dos millones de libras por su liberación, abrió fuego contra su chófer, su guardaespaldas y otros dos hombres que trataron de impedir el secuestro. El criminal llegó a encañonar a Ana, que con solo 23 años y una pasmosa tranquilidad se negó en firme a salir del automóvil.
“Estuve cerca de perder los nervios pero sabía que si lo hacía, le pegaría y entonces él me dispararía”, confesó después en The Telegraph. Finalmente, Ron Russell, un ex boxeador que paseaba cerca de la escena, neutralizó al pistolero a base de puñetazos, acción por la cual la reina le concedió la medalla de Jorge al heroísmo.
Finalmente, hace unas semanas, en medio de los actos fúnebres por la muerte de su madre Ana continuó haciendo historia. Y es que por primera vez una mujer fue parte de la guardia familiar que montan tradicionalmente los descendientes directos de un monarca fallecido. Fue en la catedral escocesa de Saint Giles, en Edimburgo, el pasado lunes 12 de septiembre cuando los cuatro hijos de Isabel II guardaron vigila junto al féretro de su madre, la Reina Isabel II.
El rey Carlos III, heredero del trono y su primogénito, junto con la princesa Ana, el príncipe Andrés y el príncipe Eduardo, se mantuvieron de pie, en silencio, alrededor del ataúd durante unos diez minutos.
Otra cosa que llamó la atención en cuanto a la participación de la princesa Ana en los últimos días, es que a diferencia de la forma como acudió a las ceremonias fúnebres de su padre, el Rey Felipe II de Edimburgo, en 2021, la princesa en diversas instancias de los honores rendidos a su madre vistió uniforme militar.
Ocurre que si bien la única hija de Isabel II no ha servido en el ejército británico, es contraalmirante honoraria y comandante en Jefe de Mujeres en la Royal Navy.
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