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La peligrosa moda del skincare infantil: ¿Por qué las rutinas de belleza no son cosa de niñas?

Cada vez más pequeñas imitan las prácticas de cuidado de los adultos.

Guía de: Mujer

El cuidado de la piel está más en boga que nunca, pero ¿cómo reaccionarías si tu hija de seis años, luego de lavarse los dientes y escuchar un cuento, te dijera: “Voy al baño a hacer mi rutina de belleza nocturna”? No, no es ciencia ficción. Diversas marcas de cosméticos están fomentando esta práctica entre niñas pequeñas, lo que, a ojos de los expertos, puede representar un grave peligro.

Lo que están haciendo los fabricantes es despertar el interés y promover la adopción de estos hábitos a edades cada vez más tempranas. Pero ¿por qué puede ser peligroso? Primero, hay que entender que la piel de los niños es muy diferente a la de los adultos: es más delgada, sensible y reactiva a los productos químicos presentes en muchos cosméticos y fórmulas de skincare.

Esto significa que la exposición a ciertos ingredientes activos —como ácidos exfoliantes, retinoides o fragancias— puede provocar irritaciones, alergias o incluso daños a largo plazo en la barrera cutánea.

Además, las rutinas promocionadas por grandes marcas suelen estar diseñadas y probadas en adultos con necesidades específicas, cómo tratar el acné, el envejecimiento o las manchas, problemas que las niñas pequeñas no tienen. El uso innecesario de productos dermatológicamente fuertes en estas etapas puede alterar el equilibrio natural de la piel, causando sequedad, sensibilidad extrema y, en algunos casos, condiciones crónicas como dermatitis.

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Los expertos en dermatología infantil advierten que lo ideal para las niñas pequeñas es una higiene básica: limpiar suavemente con agua tibia y jabones específicos para piel sensible, sin productos adicionales, salvo indicación médica. La hidratación natural y el uso diario de protector solar adecuado son suficientes para cuidar la piel hasta la adolescencia. En estas edades, lo fundamental es guiarlas hacia una relación saludable con su cuerpo y la belleza, basada en el cuidado natural y la valoración interna.

Pero esa es solo una parte del problema. También existe un riesgo psicológico: se está normalizando la obsesión por la apariencia desde edades muy tempranas. La exposición constante a mensajes que asocian la belleza con el uso de productos puede generar ansiedad y baja autoestima en niñas que aún están formando su identidad y su relación con el cuerpo. Además, las rutinas de skincare largas y costosas pueden transmitir la idea de que la belleza depende de la manipulación externa y no del bienestar interno.

En cuanto a las promociones y campañas publicitarias, es clave que las marcas y los creadores de contenido asuman responsabilidad social. Deben evitar fomentar prácticas no respaldadas por evidencia científica para edades tempranas y, en cambio, promover la educación sobre el cuidado adecuado y la aceptación de la piel natural.

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Otra consecuencia menos visible, pero igualmente relevante, es el impacto económico y ambiental. La compra constante de productos innecesarios implica un gasto para las familias y un aumento en la generación de residuos plásticos y químicos, lo que agrava el problema del consumismo y la contaminación.

En definitiva, es importante enseñarles a las niñas que la salud es lo más valioso. Cuidar la piel con hábitos simples y apropiados para su edad no solo evita problemas cutáneos, sino también emocionales en el futuro.

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