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Shirley Temple: La niña prodigio que salvó a un gigante de Hollywood y brilló como diplomática 

La inspiradora historia de la pequeña estrella que salvó a un estudio en la Gran Depresión y se reinventó como diplomática, dejando un legado más allá del cine.

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Quienes crecimos en el Chile de los 80 vimos muchas veces en las tardes las películas de Shirley Temple por televisión. Pero la historia de aquella niña es mucho más que esos largometrajes antiguos.

Ella no solo es la pequeña más célebre de la era dorada de Hollywood, sino también una lección de resiliencia y reinvención. Con apenas cinco años, Shirley no solo conquistó al público con su carisma y talento, sino que también rescató a un gran estudio cinematográfico de la ruina en plena Gran Depresión.

En 1933, la Century Fox enfrentaba serios problemas financieros. Sus deudas eran millonarias, y la Gran Depresión había desplomado el valor de sus acciones. Fue entonces cuando Shirley, a los cinco años, con su cabello rizado y una sonrisa encantadora, firmó contrato con el estudio y protagonizó películas que se convirtieron en un éxito inmediato.

“Bright Eyes” y la icónica canción “On the Good Ship Lollipop” marcaron el inicio de una carrera meteórica. Para 1935 era la actriz mejor pagada de Hollywood y, según palabras de un ejecutivo del estudio, “Fox no fue comprada; Shirley Temple fue comprada”.

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A pesar de la presión de ser una estrella infantil, Shirley mantuvo una relación cercana con sus padres, algo poco común en el ambiente de Hollywood. Sin embargo, la administración financiera de su padre no fue ejemplar. Aunque la niña ganó más de US$3 millones durante su carrera, a los 22 años descubrió que solo le quedaban US$44.000 en su cuenta fiduciaria.

“Mis padres siempre me apoyaron, aunque las malas inversiones de mi padre afectaron lo que había ganado”, recordó Shirley en una entrevista con la BBC.

Su carrera terminó en 1949, a los 22 años. Pero su legado no finalizó ahí. En 1974, el presidente Gerald Ford la nombró embajadora en Ghana, un rol que, según ella, fue “el mejor trabajo de toda mi vida”. Más tarde, también sirvió como embajadora en Checoslovaquia, consolidando una segunda carrera ejemplar en el ámbito diplomático.

Aunque sus películas fueron un símbolo de esperanza durante tiempos difíciles, muchas de ellas reflejaban actitudes sociales de la época que hoy resultan problemáticas. Shirley, sin embargo, siempre habló con franqueza sobre sus experiencias, incluyendo las adversidades que enfrentó como actriz infantil en un entorno muchas veces hostil.

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