Katy Perry ha pasado una larga vida y una aún más larga carrera. Recuerda: Ella comenzó, con otro apellido, una línea cristiana que no anduvo y volvió a empezar de cero, desde la vereda opuesta; es decir, su carrera es más larga de lo que pensamos a menudo.

Pero entonces, ¿cuál fue el mejor momento de la artista? El de su estallido popular con aquel controvertido “I kissed a girl”, cuando Katy, a los 24 años, se convirtió en un referente mundial. Ella era bellísima, tenía una voz colosal y dulce a la vez y su figura sensual recorrió el planeta.

En el medio ocurrió de todo, desde un brillante unplugged para MTV, hasta su romance, separación y regreso con Orlando Bloom, el nacimiento de su hija Daisy, la etapa (más baja pero inevitable en la cultura pop) de los talks show, etc.

Como toda diva, Katy probó uno y mil looks. Como suele ocurrir, su belleza innata suele quedar tapada debajo de tantos artilugios estéticos. Años atrás, Katy lució rubia y campechana y enamoró a todos con el look urbano. Después viró al cabello corto y sofisticado, un corte que le sentó pésimo y le agregó años, volviéndola señorial.

Ahora, con 37 años, Katy ha regresado al negro oscurísimo. Pelo recogido, make up sofisticado pero no invasivo y un vestido dorado y muy ajustado han vuelto a devolverla, con matices, a su etapa más sexy. Katy tiene esa belleza sajona que parece ir perdiendo terreno en la cultura actual. Es altísima (1,70m), grandota y tiene mucha buena música para ofrecer aún. Sus ultimas fotos en las redes la mostraron así, más cercano al look de aquellos años dorados, simplemente genial.