Dieta crudivegana. La premisa de esta dieta es comer solo vegetales que no hayan sido cocinados a más 48°C, complementándolos con vitaminas B12 y D. El problema es que no todas las verduras pueden ser comidas así, como las papas, y tampoco es muy recomendable para mujeres embarazadas y niños. Los expertos en nutrición advierten, además, que a largo plazo puede generar problemas.

Dieta alcalina. El objetivo de esta dieta, según sus promotores, es cambiar el balance del pH de nuestra sangre para prevenir futuros problemas de salud. Pero los expertos aclaran que la comida no incide en este proceso y es el propio cuerpo el que maneja sus niveles de acidez, sin necesidad de ayuda externa.

Dieta Pioppi. Este régimen fue desarrollado por el doctor Aseem Malhotra y el atleta Donal O’Neill y toma su nombre de la villa italiana considerada como el lugar de nacimiento de la dieta mediterránea. Pero hasta ahí llegan las semejanzas, porque este programa de alimentación apoya el bajo consumo de carbohidratos y una alta ingesta de grasas. También genera críticas que recomiende ayunar una vez a la semana.

Dieta cetogénica. También conocida como Atkins, se basa en un bajo consumo de carbohidratos que compensa con una alta presencia de grasa. Los expertos la miran con recelo porque sus resultados a corto plazo pueden ser buenos, pero es difícil mantenerla a largo plazo y los más escépticos dicen que sus bajas de peso son por la pérdida de agua.

Dieta del grupo sanguíneo. Sus críticos aseguran que este régimen está basado en “pseudociencia”, al asegurar que los alimentos son procesados por el cuerpo de manera diferente de acuerdo a su tipo de sangre.

Té desintoxicante y café adelgazante. Las dietas basadas en alguno de estos brebajes están condenadas al fracaso porque hay consenso en que las bebidas mágicas para bajar de peso no existen.