La globalización del suicidio: La necesidad de abordar una profunda mirada social
- Camila Rodríguez, ex guía de Psicología y Tendencias
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Mucho se habla del suicidio por estos días; sin embargo, tal como lo señala uno de sus grandes estudiosos (el sociólogo, Emile Durkheim), el que surja con frecuencia en el curso de las conversaciones no significa que todos conozcamos su significado real y profundo.
Según este mismo autor, el suicidio se define preliminarmente como “toda muerte que resulta, mediata o inmediatamente, de un acto, positivo o negativo, realizado por la víctima misma…”. Sin embargo, esta definición sería incompleta -entre otras cosas- ya que no distingue entre quienes lo hacen en plena consciencia de sus facultades mentales y quienes lo hacen con cierta “alienación” de por medio. Es por ello que es necesario agregar: “… sabiendo ella [la víctima] que debía producir este resultado [la muerte]”.
En términos estadísticos, se determinó que, en el año 2000, se suicidó casi un millón de personas en el mundo. La Organización Mundial de la salud, en aquel entonces, estimó que esa cifra se duplicaría en 20 años. Hoy, se ha podido determinar que en los últimos 45 años las tasas de suicidio han aumentado en un 60 por ciento a nivel mundial, lo cual, habla de un fenómeno social en aumento.
En su época (a finales del 1890), fue analizando estas tasas que Durkheim llegó a la conclusión de que el acto del suicidio era el producto de un profundo conflicto relacionado con el medio social exterior. Cabría entonces preguntarse: ¿Cuáles son los conflictos sociales que hoy favorecen el suicidio?
Aquí nos podemos permitir mencionar las tensiones propias de la vida de nuestro siglo, las expectativas de lo que nuestra sociedad considera “exitoso” o “correcto” y lo difícil que es llegar a resultar conseguirlo. Más específicamente, el consumismo, la competitividad, los niveles de violencia, la falta de tiempo y de diálogo, las severas exigencias económicas y sociales, el criterio de vida fácil, la falta de un sentido de sacrificio y de esfuerzo; pueden ser algunos de los protagonistas que gestan el fenómeno del suicidio en nuestro tiempo.
De hecho, algunos expertos señalan que han sido los modelos existenciales y las condiciones socioeconómicas impuestas por el sistema de desarrollo neoliberal quienes han colocado al suicidio como una problemática social grave a nivel internacional. Es así como ha surgido la denominación “la globalización del suicidio”
Además, es importante mencionar también que las tasas de suicidio se elevan entre los grupos vulnerables objeto de discriminación (por ejemplo, refugiados, migrantes, comunidades indígenas, lesbianas, homosexuales, bisexuales, transexuales, intersexuales y reclusos). Lo cual, vuelve a confirmar el innegable carácter sociológico de este fenómeno.
Todo lo anterior, confirma que el suicidio no puede reducirse al análisis superficial de sus determinantes individuales (historias de vida, experiencias personales, trastornos mentales, etc.). Es imprescindible considerarlo también un fenómeno social y estudiar la influencia de este plano en su gestación.
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