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Kate Middleton se ganó el respeto y el cariño de los británicos desde sus años como novia del príncipe Guillermo, gracias a su personalidad sonriente y respetuosa.

Una idolatría que ha crecido ahora que quedó en primera línea para suceder a la reina Camila, ratificando su habilidad como royal, pese a no nacer en medio de la aristocracia inglesa.

Kate Middleton se mueve con soltura entre las exigentes reglas que aceptó para formar parte de la familia real británica, manteniéndose alejada de las polémicas, pese a los golpes que ha recibido por las acusaciones de infidelidad contra su marido o la supuesta tensión que hubo entre ella y Meghan Markle.

La nueva Princesa de Gales tiene un estricto protocolo de vida que tiene una lista negra que debe respetar en su día a día con una serie de restricciones que debe respetar, de acuerdo a la información publicada por el Mirror.

Una de las cosas que tiene prohibidas Kate Middleton son los regalos, según está estipulado en la página web familiar: “Los obsequios ofrecidos por personas privadas que viven en el Reino Unido y que el miembro de la familia real no conoce personalmente deben rechazarse cuando haya dudas sobre la propiedad o los motivos del donante o el obsequio en sí”.

Los únicos obsequios que pueden aceptar son aquellos que tienen un valor inferior a 150 libras (175 euros).

La alimentación es otro ítem que Kate Middleton debe cuidar en público, en este caso por el peligro que pueden acarrear, por lo que debe evitar, por ejemplo, los mariscos.

Por protocolo, según Darren McGrady, ex chef personal de la reina Isabel II, también debe evitar, al igual que el resto de los Windsor, comer ajo para no vivir situaciones incómodas en las actividades públicas protocolares.

La cebolla es otro alimento que los chefs reales deben evitar, por la misma razón, y el estilo inglés de la carne tampoco aplica para la familia real, que prefiere la proteína bien cocida.

Hay otras restricciones que son más “curiosas”, por ejemplo la prohibición de usar diamantes antes de las 6 de la tarde, a excepción de las tiaras y cualquier otro accesorio religioso. O el hecho de que ella y los otros miembros de la familia real británica no pueden acostarse antes que el rey Carlos III, una costumbre que ya se aplicaba en tiempo de Isabel II.