• Ramiro García, ex guía de Medios Sociales
• |
• Ver más de redes-sociales

El tráfico de Twitter los fines de semana es muy parecido al de las calles urbanas. Baja ostensiblemente comparado con el de la semana, quizás porque los tuiteros gastan su tiempo en actividades lejos del computador.

Pero basta que algún personaje público cometa un error para que los tuiteros piquen como un cándido pez frente al anzuelo.

Imagen: Alfredo Cáceres

Basta que algún personaje público cometa un error para que los tuiteros lo comiencen a criticar.

El vicepresidente del Senado, Alejandro Navarro, vivió en carne propia la furia tuitera cuando se difundió un comunicado en el que opinaba que el autismo era una epidemia. Al quedar en descubierto que el Honorable se había “inspirado” en algunos artículos sobre autismo en la web, llovieron las críticas y la etiqueta (hashtag) #navarrochanta se transformó rápidamente en trending topic.

Pero el asunto no quedó ahí. La lluvia de críticas traspasó los bits y los pixeles y al otro día el Senador lanzó otro comunicado en el que refrendaba su opinión para acallar a los inquietos e incontinentes tuiteros.

El problema es que en Twitter, y en general en toda red social, siempre es muy tarde para una segunda oportunidad, especialmente cuando el daño ya se ha hecho.

El nuevo comunicado del Senador no tuvo ni un ápice de la popularidad del primero y no volvió a ser trending tópic ni a estar en las yemas de los dedos de todos.

La respuesta del Senador a las airadas críticas de los tuiteros, son un síntoma de algo que cada vez cobra más fuerza: por más que se niegue, los políticos siempre están pendientes de Twitter, hasta el punto en que son capaces, como Navarro, de responder ante un trending topic desfavorable.

¿Será que la verdadera voz del pueblo en el Siglo XXI surge a partir de la red social del pajaro azul?