• Javiera Cuevas, exguía de Redes Sociales
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Es bastante común como las personas de la tercera edad se complican a la hora de usar aparatos tecnológicos y con razón, ya que no crecieron en un mundo tan avanzado en esa faceta y se toparon de golpe con estos avances. Esta fue la situación de Maximiliana, abuela de Jorge Terreu, quienes se tuvieron que adaptar a la distancia y el joven estudiante encontró la mejor forma de mantenerse en contacto sin problemas.

“Mi abuela, que tiene 91 años y es una persona de pueblo que nunca ha tenido un móvil, si no puede, o no quiere, o no le apetece hacer ese esfuerzo, o no tiene energía, tendrá que tener una herramienta para que pueda disfrutar de las ventajas de la tecnología sin tener que pasar por ahí”, comenzó explicando Terreu, estudiante de Ingeniería informática.

“Hablar con mi abuela y mantener la relación a través del teléfono era un caos por lo típico de las personas mayores de que no acertaba a darle al botón o lo dejaba descolgado, o no lo cargaba. Teníamos problemas para mantener la relación estrecha que teníamos antes”, comentó.

De esta forma, el estudiante decidió crear su propia fórmula para ayudar a su abuela y así logró programar un celular para que funcionara “solo” y Maximiliana no tuviera que hacer prácticamente nada a la hora de recibir llamadas ni nada respecto a las funciones del teléfono.

Jorge se dio cuenta de que la idea fue muy buena y así se le ocurrió ayudar a más gente. “Se lo regalé y lo fue utilizando y a los meses dejamos de utilizar completamente el otro móvil que tenía ella. Estaba encantada porque encima yo le podía enseñar por videollamada las cosas. Y ahí fue cuando dije ‘oye, vamos a plantearlo como proyecto, porque si esto le viene bien a mi abuela, pues a mucha gente le puede ir muy bien’”.

El teléfono modificado es un Xiaomi con un sistema nuevo muy destino al de los Android. Dentro de las funciones está que se puede descolgar solo o personalizarlo para descolgarlo con algunos contactos y no todos.

Lo particular de esta historia es que Pedro, otro de los socios, puso en el cargo de Community Manager de la empresa a su abuela de 82 años, Conchita Polo.

“Cuando empezaron [Jorge y Pedro] estaban mano a mano y estaban agobiados. Estaban metidos en las redes sociales, pero en un plan funcional, para explicar el dispositivo y poco más, lo que era un poco soso, como son las cosas de las empresas. Un día estaban comiendo con nosotros y mi nieto dijo ‘estoy agobiado, abuela de verdad que nos gustaría meternos en las redes sociales, pero no nos da la vida’. Y aquí la abuela le dijo ‘haré lo que sea, aunque no sepa, tú me lo explicas”, comentó la mujer.

“En general, las personas mayores son bastante honestas y transparentes. De hecho, lo vemos incluso con los clientes, que si algo les encanta lo dicen y son los primeros que nos han pedido folletos para para llevar a la peluquería o para ir dejándolos por ahí. Y si algo no les gusta también lo dicen”, explicaron los socios de este gran proyecto.