Si pensamos en una de las personas más queridas del rock, sin ser “rockera”, inevitablemente caemos en ella. Fans de todo el planeta adoran a Mary Austin. O lo hacían, al menos en los tiempos de alta exposición de la mujer, que aún así siempre supo querer mantener el rol que tenía: detrás de Freddie Mercury.

Ahora que todo aquello parece la vida de los otros, de otros tiempos, otros jóvenes, otros planetas, Mary lleva décadas lejos del mundillo de la fama que, se repite, jamás le interesó demasiado.

Pero claro, el film “Bohemian Rhapsody” la devolvió al candelero. La película sobre la vida de Queen y, en particular de Freddie, puso inevitablemente la lupa en ella, interpretada con humildad por Lucy Boynton. Aquella joven de belleza terrenal hacía de una mujer que existió en la realidad. ¿Tenían parecido físico? ¿Respetaba Lucy el espíritu de Mary?

Como decíamos, los amantes de Queen adoraron a Mary en aquellos años y también después. Por su incondicionalidad, por su discreción, por su amor por Freddie. Luego del fatídico 1991 Mary se transformó en la heredera del músico y al tiempo de manejar el legado, jamás confesó aquel último secreto de Mercury: dónde descansa.

Se supo poco y nada de ella en los años que siguieron a la elección homosexual de Freddie, aunque la prensa supo que se casó con Piers Cameron en 1990 y tuvo dos hijos. Aun posee Garden Lodge, Londres, el hogar donde el creador de “Love of my life” pasó sus últimos días. A propósito, ella es la inspiración de aquella canción, claro. A pasado tanto tiempo… A los 72 años, Mary luce así.