Fito Páez lanza nueva versión de “El amor después del amor” con voces de lujo como invitadas
Guía de: Rock
- Nicolás Chiesa
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He aquí un grandísimo desafío: volver a hacer lo que tan bien se hizo en el pasado. ¿Es casi imposible? ¿O directamente imposible? No se trata solo de algo estrictamente musical y técnico; con estos superclásicos se ponen en juego millones de escuchas, anécdotas, es decir, toda una vivencia cultural que excedió largamente el género canción.
Fito Páez intenta con “El amor después del amor” lo que nadie ha podido hacer hasta ahora. ¿Recuerdan las reversiones de Paul McCartney para “Give my regards to Broad Street? Más allá de que aquello supuso un desastre en la carrera del Macca, nadie-jamás recurre a aquellas versiones cuando quieren escuchar las canciones.
Pero vamos a EADDA9223, tal como Fito ha llamado a su nueva versión de “El amor después del amor”. Desde el vamos, el cambio de título ya sugiere un guiño a los nuevos tiempos que corren en la elección de siglas, tal como se llama a todo ahora. Este guiño es el espíritu que recorre todo el disco. Mientras Paul apenas había reversionado a “Yesterday”, Fito pareció ir al laboratorio, tomar las muestras de ADN de los viejos clásicos y, desde allí, desde cero, reescribió todo el disco de vuelta.
Los artistas jóvenes reemplazan a los viejos invitados en todos los temas y aportan ese cambio cultural que Fito ha buscado obsesivamente. Pero claro, la pronunciación centroamericana de Nicky Nicole no se lleva bien con una canción de letra compuesta para castellano oficial, con eses y sin apostrofes. Casi todo los temas lucen completamente nuevos, con arreglos, espíritu, sonido completamente remozado. ¿Quedó algo del viejo rock, o del rock clásico? Nada de nada. Esto no es necesariamente malo, simplemente marca una búsqueda distinta.
Partamos de la base que “El amor después del amor” no es, ya de por sí, el disco más rockero de Fito. Pero casi a propósito parece el cambio de género de “Tráfico por Katmandú”, el tema más rocker del viejo disco, que ahora es música de Las Vegas con Elvis Costello sonando entre vientos, caños y un insólito bajo de “Come Together” colándose por ahí. ¿Se acuerdan cuando Fito estaba cabreado con el género allá por fines de los 90s y hacía canción folk al furioso rock de “El chico de la tapa”? Bueno… lo mismo.
“Detrás el muro de los lamentos” es puro flamenco con Antonio Carmona y Estrella Morente y pierde su raíz folclórica. De folclore argentino, en cambio, se vistió “La balada de Donna Elena”, que también perdió su final rockero, que ahora es trap potente de la mano de Wos. La enigmática voz de Nathy Peluso cae de maravillas para “La Verónica”. La de Mon Laferte también calza muy bien en una versión completamente distinta de “Shasa y Sissi”, antes minimalista, con una programación de fondo y ahora exquisita canción mexicano/éspañola muy disfrutable y bien acústica.
Los únicos temas que guardan vestigios de las versiones originales son los más pop: “Brillante sobre el mic” y “La rueda mágica” suenan cercanas de la mano de Angela Aguilar y, sorpresa, Andrés Calamaro, viejo compañero de andanzas de Páez en su épocas cuando el rock reinaba. Un dato: en plena época de reducción de acordes y melodías y armonías, Fito también hace la inversa y esto hay que reconocérselo: todo el disco suena supertrabajado y arreglado. Tal vez la sencilla guitarra “Un vestido y un amor” sea la excepción. Aquí Marisa Monte cumple, aunque no aporta demasiado.
Fito se vio de cara ante el enorme desafío y decidió. El resultado final recuerda un poco al Charly García de la época Say No More cuando reversionaba, en estudio o en vivo, sus viejos clásicos mientras que pedía a los ingenieros que le dieran “un canal más y te hago mierda el tema”. La diferencia es que aquí Fito lo ha hecho profesionalmente, lejos de aquel espíritu amateur o lúdico o infantil de Charly. Entonces las versiones suenan bien, potentes, terminadas (esto no podría decirse de aquel García).
Poco tiempo atrás, otro monstruo del rock argentino reescribió sus grandes canciones. David Lebón re-hizo su repertorio de rock sin aquella frialdad del viejo rock, con muchísima producción, más potencia, tecnología pero siempre dentro del género, imaginando el rock ahora en el 2023. Fito cruzó la frontera. De aquellos 80s y90s. Quizá así sume nuevos fans, aunque, es posible también, que a los anteriores nada de esto les guste demasiado.
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