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Hijo de Taylor Hawkins conmovió a todos al ocupar su lugar en el homenaje de Foo Fighters a su padre

El hijo del fallecido baterista se subió al instrumento en un inolvidable show en el que no faltó nadie

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El rock conmemoró a su manera (mucho festejo, poca pena) el fallecimiento de Taylor Hawkins. Su banda, Foo Fighters, se tomó casi medio año para organizar la que sería su despedida y todo resultó de maravillas. El show estuvo plagado de invitados y fue el propio Dave Grohl quien explicó cómo venía la mano: “Estamos aquí para festejar la vida de Taylor, nuestro amigo, nuestro compañero, nuestro hermano”.

El show tuvo lugar en Londres y se trató de una tradicional fiesta de rock and roll. “Para aquellos de ustedes que lo conocieron personalmente, saben que nadie más puede hacerlos sonreír, reír, bailar o cantar como él. Y para los que lo admiraban desde lejos, seguro que todos sientieron lo mismo. Entonces, esta noche, nos reunimos con la familia y sus amigos más cercanos, sus héroes musicales y sus mayores inspiraciones para traerte una jodida noche gigantesca para una jodida persona gigantesca. Entonces, canta, baila, ríe, llora y grita, y haz un maldito ruido para que pueda escucharnos ahora mismo”, concluyó la apertura el líder del grupo.

Un momento destacado de la noche tuvo lugar cuando Brian May subió a escena a tocar cinco canciones: “Qué increíble noche de amor y música, gracias por estar aquí y por compartir todo esto. En 1986 estábamos en este mismo lugar, cantando juntos esta canción, y en 1992, hace 30 años, nos despedimos de Freddie en un estilo similar a este. Así que sé que Freddie estaría feliz de compartir esta canción en memoria de Taylor”, explicó el genial guitarrista.

Estuvo Paul McCartney, Dave se emocionó al cantar “Times like this”, pero el momento de mayor emoción se dio cuando Shane, el hijo adolescente de Taylor, se subió a la batería. El muchacho estaba listo para arrancar cuando Grohl le pidió que se detuviera y mirara a su alrededor. Y no estuvo mal la observación: genios de todo el planeta rendían tributo a su padre y él, un muchachín de 16 años, los opacaba. Una despedida más, cierto, pero una despedida de las que hace como nadie el rock and roll.

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