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La cuenta regresiva del Rock, ¿logrará sobrevivir?

La guerra no está perdida… el único que puede golpear la mesa y devolverle el alma, el espíritu y las agallas a la música en el presente, es el Rock…. una pasión, una manera de vivir.

Cuando más difícil era conseguirlo, más se valoraba. Es cierto, el rock antes era un gusto mirado raramente por una sociedad encajada en un status quo aburrido y retrógrada. De hecho nuestros padres hablaban de escuchar “tarros”, “basura” o “puro ruido”.

Eso sí, era esa época donde el género vivía. Silencioso, ágil ante una industria que no se atrevía a arriesgar nada. El pop era sinónimo de dinero y fama… el rock de degradación y vidas cortas.

La música era dictada y manejada por los grandes productores; esos que sólo pensaban en dólares y armaban bandas tanto en la atmósfera anglo como en la latina. Quintetos de niñitos y niñitas aptos para que sus rostros estuvieran en loncheras, poleras y lápices alrededor del mundo. Pero había un pequeño gran detalle. No había alma ni pasión. Todo era maqueteado, planeado. Como un producto de supermercado, todo tenía fecha de elaboración y vencimiento. No así el rock.

Cuenta Regresiva del Rock

Foto: El Mercurio

Portada de “El libro del Rock”.

De hecho, los verdaderos amantes de este estilo no lo consideran un género. Es una pasión, una manera de vivir, una ley que tiene como reglamento dos incisos: siempre innovar lo establecido y nunca… nunca desaparecer.

Frente a todo esto, el rock debió mutar al mismo tiempo que la industria musical lo hacía. Y vaya qué viaje fue!!!! Los 60’s era el rock and roll, los 70’s el blues se insertó en el ADN de este adolescente estilo, engendrando a los dioses inmortales que hasta el día de hoy veneramos. En los 80’s la industria metió la cuchara y generó el glam… que carecía de suciedad, pero que mantenía aún el espíritu. Los 90’s fueron la anomalía en la ecuación. Fuimos bombardeados de boy bands, divas, pop stars y sobre todo… hip hop, que lentamente fue fusionándose con la música electrónica hasta llegar al sonido que escuchamos en TODAS las radios en el presente.

Pero hubo quienes mantuvieron en alto la bandera. El grunge, que dejó referentes vivos en el horizonte. El agro, que en muchos casos también mutó a lo comercial y de la nada vimos que se fusionó al hardcore y lo transformó en un punk californiano permitido sólo a los skaters y ciclistas extremos.

Por lo menos hubo algunos puristas que dieron la pelea: Faith No More, Aerosmith y los incipientes en ese tiempo Foo Fighters. Gran Bretaña también se salió con las suyas abriendo caminos en esta selva: Franz Ferdinand, Muse y otros más han revalidado un sonido más cercano a lo clásico. Pero no fue suficiente.

¿Y qué tenemos ahora? Grandes bandas haciendo giras extenuantes, casi emprendiendo una quimera “recolonizadora” del rock. Iron Maiden, Rush, Van Halen, Guns N’ Roses, Rage Against The Machine. Otros como Metallica tratan de “reinventarse” en vivo, pero caen siempre en el inconsciente colectivo de sus últimos malos álbumes.

Claro ¡!!!! Lollapalooza y Maquinaria nos trajeron a Chile harto rock el 2011. Pero no se engañen. Foo Fighters y Metal Open Air son las últimas olas decentes para nosotros los surfistas del sonido en vivo.

Todos sabemos que el rock HOY sobrevive del escenario, del concierto, del festival. Tanto espiritual como monetariamente. En una industria donde nadie compra discos, sino que se paga por bajar singles (si es que se paga), y que de hecho las mismas cadenas de música que antes llenaban nuestros sentidos con presentaciones en vivo ahora se llenan de video clips atochados de beats electrónicos, luces y la más alta tecnología computacional. Contra eso, el rock hace rato que está perdiendo el gallito.

El rock es alma, es entraña, es energía transformada a través de instrumentos vivos. Nada salido de una interfaz. Todo ocurre aquí y ahora. Ninguna presentación es igual a la otra. Siempre instintiva, siempre cambiante.

Necesidad de volver a la cuna

Ya que la industria no va a mirar a la vereda del rock por un buen rato, lo que debe hacer es colarse en la fila. ¿Y cómo? muy simple, volviendo a la cuna… volviendo al sonido clásico.

Ojo, no es sólo tarea de los músicos. Si bien, ellos pueden ser los que no se atreven a volcarse a las raíces porque la industria los obliga a fusionar sonidos de manera no natural, a mutar, a cooperar, atacando sus bolsillos y obligándolos a tomar el camino más largo: los sellos independientes y las tocatas en clubes de mala muerte. También, depende de todos nosotros. Músicos, amantes, comunicadores y fans que aún creen que toda este “orden establecido” puede colapsar.

Y no porque sólo seamos fanáticos del rock. Esta versión del programa “Industria Musical 2012” está contaminando de troyanos y gusanos lo poco que queda del disco duro musical de antaño. Ese lleno de “Love me two Times”, de “Heartbraker”’s, de “Tom Sawyer”’s  …. Ya es hora que dejemos de reclamar sentados al frente de Ares, de YouTube o de MTV y demos un paso al frente.

Tengo una amiga de 40 años con una hija de 6. La primera vez que la conocí fui a su casa y la chica escuchaba “Don’t Stop Me Now” de Queen. Se la sabía de memoria (y no por ese asco de programa llamado Glee, que transforma clásicos en verdaderos esperpentos). Como ella, deben haber unas cuántas más escuchando Led Zeppelin, Eric Clapton o a algún otro dios. La guerra no está perdida…

La inculcación y enseñanza de la música es igual o más importante que cualquier otra disciplina. El rock es, a diferencia de otros géneros, un lenguaje de código binario y directo. No está hecho “para que te guste…”, sino que es un rayo de energía directo a tus sentidos, sin filtros ni moldes.

No dejemos que nuestros descendientes reciban un mundo sin solos, sin riffs. No dejemos que el pop se vuelva un instrumento de control musical. Ya cayó el hip hop el 2000 a manos de la bestia, ahora la electrónica se le adhirió como un parásito amigable. El único que puede golpear la mesa y devolverle el alma, el espíritu y las agallas a la música (o lo que queda de ella) en el presente, es el rock.

Albert Einstein en uno de sus manifiestos habla de las crisis…

“Sin crisis no hay mérito. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla y callar en crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la amenaza que es: la tragedia de no querer luchar por superar la crisis.”

Ahora, cambien la palabra crisis por la palabra rock (aplicando el género en el artículo que corresponda claro esta dentro de las oraciones)….

Suena coincidente no??? Para mí no es coincidencia, para mí es como siempre ha sido y debe ser… el rock.

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