Lisa Cerati tiene enamorados a medio séquito de fans de Soda Stereo (deben ser más, pero pongamos la palabra «medio» como muestrario de «mucho»). La bella mujer ya anda por los 27 y acaba de regresar a su look más darkie, bien propio de la época de oro de Soda, tras haber andado unos años por una versión más llana, en tiempos de un programa de TV que la tuvo al frente, con el pelo insólitamente rubio y sonrisas fáciles.

Con el cabello de vuelta negrísimo, vestimenta negrísima y borcegos negrísimos, la hija del entrañable Gus anda por París. De vacaciones, tal vez, la muchacha se tomó un segundo para fotografiarse con un mural callejero y, de paso, revelar cuál es su mayor ídolo en el mundillo de la música en el que su padre supo escribir páginas mayores: Michael Jackson. ¿Ups?

No, no estamos aquí diciendo que su padre no es su mayor ídolo. Gustavo es «papá» para Lisa, él no entraba entre los posibles candidatos. Pero sí es destacable un hecho que no es novedad en la historia del rock clásico argentino. Ya años antes, los hijos del memorable Luis Alberto Spinetta salieron danzarines, amantes del pop más bailable y del tan neoyorquino rap. Aquella elección de los hijos de un genio del rock and roll causó bastante revuelo –incluído el familiar– en el mundillo rocker.

Ahora otra hija más de un célebre rockero confiesa que su gustó va más por aquella veta de la música bailable. Es cierto: Gustavo jamás fue un músico comprometido con lo social. Pero que descendientes de una música tan ligada a la contracultura se confiese fan de un referente de lo bailable nos llama la atención, tanto como que el máximo ídolo de Paris Jackson, hija del “Maicol” sea John Lennon, es decir la ecuación inversa.

Y una última observación, para cerrar: Dante y Valentino Spinetta son mayores que Lisa y vivieron los mejores años del Rey del Pop. Lisa vino décadas después. Hermoso ejemplo de la indeleble huella que Michael Jackson dejó, ya no en sus cogenerecionales, sino en la mismísima historia de la música.