Rush en Chile: Cuando el mito se hizo realidad
- Francisco Quevedo, ex Equipo de Rock
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Ese día Rush pagó, con creces, esa larga espera (casi eterna) de muchos. Unos 40 mil, si de cifras se trata, que se dieron cita con la historia en el Estadio Nacional. Sin desmerecer a Bon Jovi, éste sí que fue el verdadero gran reestreno y reencuentro del coliseo nuñoíno con los megaconciertos. Los encargados: Geddy Lee en el bajo, teclados y voz, Alex Lifeson en la guitarra y Neil Peart en la batería y percusión. Aunque suenen como veinte, son sólo tres.
Después de una longeva carrera de 42 años, Rush se puede dar lujos como los que ha presentado en su última gira “Time Machine”. Ya no necesitan de la aprobación del público ni nada. Basta con que toquen y listo, se produce un extraño magnetismo, una concentración y una emoción por el sonido que pocos grupos logran en la gente. El Nacional lo vivió en carne propia desde la primera canción a la última tras tres horas extraordinarias.
A las 21:00 hrs, cual puntualidad británica y, nuevamente dando una prueba de la etapa que Rush vive hoy, se presentó un video parodia donde actuaban los mismos músicos. Cada uno interpretaba un personaje y jugaban con una vitrola -“máquina del tiempo” que desembocó en el primer golpe de la noche: “The spirit of radio” del disco “Permanent Waves” de 1980. Delirio total; la masa explotó y comenzó a cobrar la cuenta por tanto tiempo de espera.
Sin descanso vino “Time stand still”, otro acierto directo. La gente no sabía qué hacer: si jugar al guitarrista, al baterista, mirar, fumar o simplemente rendirse, tratar de creer que lo que veía frente a sus ojos era de verdad Rush. Los únicos, el mito.
Así se fueron sucediendo los temas, logrando altos peaks: Freewill, Marathon o Subdivisions. Mención aparte para “Leave that thing alone” del álbum “Counterparts” de 1993. La destaco porque es instrumental y son en ellas donde Rush obtiene su mejor despliegue. Son un tanque: sólidos, afiatados y demostrando a borbotones que la experiencia no es un detalle en vano.
Después de un receso de 20 minutos por “la avanzada edad de los músicos” como explicó irónica una voz (otra prueba de la etapa que viven), vino el plato fuerte del show: el disco “Moving Pictures” en su totalidad. En ese instante, el delirio se convirtió en culto. “YYZ” fue, quizás, el punto más alto de la interpretación del álbum y donde no sólo la cancha y la galería saltaron sino que se coreó como cualquier cántico de barra de estadio. “Red barchetta” y “Camera eye” también se destacaron sin dejar de lado a “Tom Sawyer”, tal vez la canción más reconocida de la agrupación.
El disco pasó rápido, y sin previo aviso, Neil Peart estaba azotando su batería con una potencia, precisión y majestuosidad notables. De hecho, en lo personal, el nombre de “Drum solo” le queda chico hace rato. Es una canción. Fue, sin dudas, otro de los momentos más aplaudidos por la audiencia que a esa altura estaba rendida, entregada. Antes, presentaron “Caravan” de su nueva producción y la verdad, es mejor que la otra canción estrenada: BU2B.

Geddy Lee en el bajo, teclados y voz, Alex Lifeson en la guitarra y Neil Peart en la batería y percusión; mostraron las razones de la idolatría que generan.
El cierre tuvo de todo: “Closer to the heart” (final extraordinario), algunos fragmentos de 2112 que ponían la guinda para un setlist muy bien armado. “La Villa Strangiato” con una versión espectacular y “Working man”, de su disco debut por el allá lejano 1974, (con un comienzo tipo surfista) fueron el broche de oro para firmar la deuda con letras mayúsculas y concluir la gira mundial. Porque además de pagar a Chile, Rush terminó su gira mundial aquí, en el Estadio Nacional. Un doble orgullo.
Motivos para aplaudir hay muchos, pero destacaría uno por sobre el resto: cada uno de los tres integrantes es importantísimo para el funcionamiento de esta verdadera “máquina del tiempo” llamada Rush. Un artefacto que funciona a la perfección, donde todos los talentos se ponen al servicio de la banda y no en busca del ego. Creo que la clave está en eso. Mantener la misma actitud y lealtad hacia el sonido que ellos mismos crearon y entregarlo a su público dándolo todo. Tal motivo, más una serie de ingredientes, hicieron de este recital uno de los mejores shows que han pasado por el país y, lo mejor, es que la deuda quedó saldada y el mito se hizo realidad.
Setlist
First Set
3. Presto
4. Stick It Out
7. Faithless
8. BU2B
9. Freewill
10. Marathon
11. Subdivisions
Second Set
12. Tom Sawyer
13. Red Barchetta
14. YYZ
15. Limelight
16. The Camera Eye
17. Witch Hunt
18. Vital Signs
19. Caravan
20. Drum Solo
23. 2112 Part II: The Temples Of Syrinx
24. Far Cry
Encore:
26. Working Man
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